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Quieren rescatar 20 piezas que saquearon del cenote de Chichén hace 100 años

Son 20 piezas arqueológicas, robadas de un cenote sagrado

EDICIÓN IMPRESA

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Créditos: Especial

Mérida, Yucatán. - A principios del siglo XX, el diplomático norteamericano Edward H. Thompson se dedicó a saquear cientos de piezas arqueológicas que se encontraban en el fondo del cenote sagrado de Chichén Itzá. Ahora, autoridades del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) intentan recuperar 20 de estos tesoros de nuestra historia que actualmente se exponen en un museo de Harvard en Nueva York.

Se tratan de figuras y placas de jadeíta, discos pulidos de obsidiana, pendientes de piedra verde, discos y ornamentos de oro, un cuenco de cerámica y piedras con pigmento, entre otros, que fueron extraídos de ese lugar sagrado hace más de 100 años.

“Estamos buscando su repatriación, porque ahora que se está construyendo el nuevo Museo de Sitio de Chichén Itzá consideramos que es idóneo que estas piezas regresen, al igual que muchas otras que están en otros museos. Vamos a hacer toda una estrategia jurídica y diplomática para que así suceda”, explicó Marco Antonio Santos Ramírez, director de la mencionada zona arqueológica.

Abundó que esas 20 piezas se encuentran en estos momentos en el Peabody Museum of Archaeology and Ethnology de la Universidad de Harvard. En el pasado hubo acercamientos con dicho museo y el INAH pudo recuperar otros objetos de la civilización maya, pero faltan que regresen más.

El arqueólogo indicó que esas piezas fueron arrojadas como ofrendas al cenote sagrado, por lo que tienen un fuerte simbolismo ritual. Pero también por sí mismas proyectan datos sobre su procedencia y de las rutas de comercio e intercambio que tenía Chichén con otros lugares muy distantes de la Península de Yucatán, sobre todo porque muchas de éstas son de un material que no existe en la región, como el oro. 

(Créditos: Especial)

“Chichén Itzá era una urbe muy importante, por eso llegaban objetos de lejanas tierras que adquiría la élite maya y que eran sumamente valiosos, por lo tanto eran depositados en el cenote como una forma de retribuir a sus deidades”, abundó Marco Antonio Ramírez.

Lamentablemente, cuando Edward H. Thompson llegó a Yucatán como diplomático de Estados Unidos, durante siete años, de 1904 a 1911, se dedicó a dragar el cenote sagrado para extraer numerosos objetos de civilizaciones prehispánicas, las cuales vendió posteriormente de manera ilegal. 

Marco Antonio Ramírez contó que, como parte de ese dragado, el saqueador destruyó muchas piezas prehispánicas muy frágiles, pues su intención no era realizar investigaciones, sino apoderarse de éstas porque consideraba que eran tesoros que podía vender para enriquecerse.

El arqueólogo declaró que para muchos museos de otros países este tipo de piezas son considerados como arte, pero para los investigadores de México la relevancia radica en que denotan el grado de desarrollo que tenía una civilización como la maya. “La importancia no es el objeto mismo, no es el oro, no es el jade, sino lo que representan”, reiteró.

En ese sentido, sostuvo que el cenote sagrado de Chichén Itzá es una gran caja de ofrendas por lo que tiene que ser entendido como una sola unidad, por lo que el hecho de que dichas piezas, extraídas en diferentes momentos, estén regadas por distintos lugares, rompe con dicha unidad y su contexto cultural.

El especialista subrayó que actualmente nos encontramos en un momento coyuntural porque se han podido rescatar piezas prehispánicas en otros países, como el Monstruo de la Tierra de Chalcatzingo, que se encontraba en Denver, Estados Unidos. El siguiente paso es iniciar el protocolo correspondiente de la mano de la Cancillería para repatriar las 20 piezas mayas que están en el museo de Harvard.

PAL