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Desde cero es un musical improvisado: ejercicio irrepetible que se construye y no vuelve a ocurrir igual

EDICIÓN IMPRESA

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Alternan funciones artistas como Daniel García, Karla Morales y Denisha.Créditos: Cortesía

¿Cómo escribir sobre esto? ¿Cómo pensarlo? ¿Desde la improvisación escénica, disciplina que me es ajena? ¿Desde el teatro musical, donde me siento más cómodo entre más apegado a la forma tradicional esté su estructura y más clásica sea su dramaturgia?

¿Desde lo vocal, sabiendo que se están inventando cada nota y palabra consecuente, colocándola y haciéndola coincidir con la propia improvisación musical? ¿Desde lo musical, si nunca entendí cómo alguien podía funcionar sin una partichela? Sólo sé que me reí como hace tanto no lo hacía.

Desde cero es un experimento que se venía “ensayando”, entrenando quizá sea la palabra adecuada, meses antes de la pandemia. Estrenó el 12 de marzo en el Teatro Ramiro Jiménez y alarga su temporada hasta el 26 de julio.

Siete actores en escena, algunos vienen del teatro musical, otros de la comedia y la improvisación y unos cuantos han navegado ambos mundos. Una idea original de Angélica Rogel, su directora, y Daniel Delgado, uno de sus productores. El público aporta en una pizarra frases a manera de posibles títulos para el musical que nacerá y, en otra, géneros musicales para él. Los actores cantan y bailan un único número preparado (música de Haller Miguel, que también dirige musicalmente cada función, y coreografía de Natalia Saltiel) y entra Rogel para elegir de una y otra la premisa desde la que partirá el ejercicio.

Lo que sigue es una avalancha de risas, pero también de adrenalina; nerviosismo que el público siente por lo que pueda resultar, y de gozo y respiro a cada remate de frase en palabras o canto. Una prueba de viveza donde cada ejecutante tiene prohibido pestañear, a la que tiene que enfrentar con la armadura de comedia bien empapada del musical: al menos en la función que pude ver, el resultado fue una verdadera comedia musical de estructura clásica, con clímax hacia un intermedio (donde el juego se adereza con nuevas indicaciones) y un final que cierra un arco bastante chusco y orgánico, donde se permitió reír y jugar sobre la improvisación, sobre el teatro musical y sobre ellos, los actores mismos.

Estoy suponiendo tanto que habrá anclas entrenadas que permiten que llegar a un buen puerto, como que si en las artes vivas más tradicionales hay noches buenas y malas, aquí la combinación de factores multiplica la oportunidad. Pero me suena que incluso si la avalancha terminara en colisión, el gozo no sería menor.

En los honores debe registrarse el nombre de Kaori Hayakawa, perspicaz stage manager quien tiene a su cargo la improvisación de iluminación. Los de quienes brindaron el éxito inaugural de la aventura: Denisha, Daniel García, Karla Morales, Paloma Cordero, Mau Hernández, Jerry Velázquez y José Luis Saldaña. Y nuevamente de Delgado, cabeza junto a Carlos Vidaurri de Playhouse, la productora boutique de los éxitos más pulcros, constantes y arriesgados de nuestro teatro musical.

 

LSN