Ayer, en el escenario del Auditorio Nacional, más de 750 niñas, niños y jóvenes de los Semilleros Creativos se dieron cita para celebrar el cuarto concierto de Tengo un sueño, magno evento que tuvo como estandarte la paz y que fue dedicado a las “semillas de Guerrero”, quienes recientemente fueron afectadas por el paso del huracán Otis.
El evento, que llenó de cultura el recinto capitalino, arrancó con El origen del mundo, un cuadro escénico escrito por la dramaturga Nora Huerta, bajo la dirección escénica, que aborda el respeto y el cuidado de la naturaleza.
El concierto continuó con la opereta ecológica El viento-El árbol, que interpretó el Semillero Coro Escénico Comunitario, que alude a la fortaleza y a la sabiduría que transmiten los pueblos; después, los Sones Tradicionales y los centros comunitarios Nacional de Danza y Orquesta de Música Tradicional invitaron a la audiencia a dejar un donativo en especie para sus amigos de Guerrero.
Para reflexionar en torno a la violencia que viven miles de niñas y mujeres en el país, la Banda Nacional Comunitaria, junto con la agrupación de música tradicional, interpretaron "La fuerza de las mujeres"; mientras que para abordar la paz se presentó un Manifiesto escrito y declamado por el Semillero Nacional de Lenguas Indígenas en maya, yaqui y otros seis idiomas más, con la finalidad de alzar la voz en contra de la discriminación.
Para dar un mensaje de amor, el Semillero Nacional de Danza y el Coro Nacional Comunitario, acompañados por la Orquesta de la Escuela Carlos Chávez, interpretaron "Habanera" de la ópera Carmen, junto con Morgana Love, así como "La Maza" de Silvio Rodríguez. En la recta final, el compositor Arturo Márquez tomo el escenario para dirigir su pieza "Alas a Malala". Finalmente, se rindió un homenaje a José Alfredo Jiménez, en el marco de su 50 aniversario luctuoso.
PAL