El talento de 750 niñas, niños y jóvenes, representará en el escenario del Auditorio Nacional a los 15 mil que asisten diariamente a los 443 Semilleros Creativos del país. Los protagonistas de esos grupos de formación artística gratuita con enfoque comunitario se presentan el 23 de noviembre en la cuarta edición de Tengo un sueño, evento que incluye 15 cuadros escénicos que mostrarán la riqueza cultural de las comunidades de México y la formación artística que permite convertir a los más pequeños en agentes de cambio.
Para Fernanda, de 15 años, quien pertenece al Ensamble Comunitario de Son Jarocho, de San Andrés Tuxtla, Veracruz, los Semilleros Creativos representan una esperanza para preservar el arte, la música, las tradiciones y la cultura de su comunidad: “Soy la primera artista de mi familia, en estudios un poco más profesionales como los de un semillero, al principio, todos creyeron que la música era algo que pronto dejaría, incluso yo lo llegué a pensar, pero me sorprendí al darme cuenta que era una extensión de mi vida, no pude irme y ahora soy parte de la primera generación de este ensamble”, explicó.
Música, circo, teatro, danza, títeres, lenguas originarías, literatura y radio conforman el repertorio que este año incluye obras como Alas (a Malala), La Maza (Silvio Rodríguez), un Manifiesto por la paz, así como un homenaje a José Alfredo Jiménez; en algunos con la participación de artistas invitadas como Alika y Morganna Love.
Yessenia Ramírez Rafael, coordinadora general de Semilleros Creativos afirmó que este año el concierto toma como estandarte la paz, por lo que el Manifiesto... será pronunciado en 10 lenguas indígenas, además de que se presenta la escenografía Latidos por la Paz. Al encuentro se unen por primera vez el Semillero Mariachi Tradicional Comunitario de Apatzingán, Michoacán y el Semillero de Mariachi Juvenil Esencia de México, de Durango.
Este año, además, para ayudar a los damnificados de Otis en Acapulco, el público puede cambiar cuatro boletos en las taquillas a cambio de útiles escolares y juguetes.
Por Azaneth Cruz
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