CÚPULA

El regreso de los difuntos

El Día de Muertos guarda vestigios de una tradición mexica no oficial y otras costumbres mesoamericanas; actualmente, la festividad se nutre de otras expresiones como el Halloween

EDICIÓN IMPRESA

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Créditos: Fotos: Cortesía INAH

En México, la conmemoración del Día de Muertos está fuertemente impregnada de reminiscencias prehispánicas que muy probablemente se practicaban en el altiplano central antes de la caída de México-Tenochtitlán. Se trata de prácticas y ritos prehispánicos que lograron sobrevivir a los siglos inmediatamente posteriores a la Conquista pese a la presencia de un creciente número de frailes de diversas órdenes mendicantes que se vieron rebasados y obligados a ceder ante dichas prácticas idolátricas indígenas. Estas costumbres también lograron sobrevivir a los procesos de depuración de tradiciones implantados en ciertos momentos del México independiente (a partir de 1821 el Estado mexicano ya no permitió producir documentos escritos en lengua indígena), y, asimismo, del México posrevolucionario, especialmente con las “cruzadas” educativas encabezadas por José Vasconcelos. 

Fotos: Cortesía INAH

En la actualidad, estas costumbres que se refieren al regreso de los muertos también han logrado sobrevivir en un entorno neoliberal que paulatinamente ha ido introduciéndose en dicha tradición, a través de los elementos simbólicos del Halloween, aunque también éste se ha retroalimentado de nuestra tradición mexicana. Ante este panorama vale la pena preguntarnos si esta costumbre emana de una sola tradición prehispánica o de varias. Recordemos que durante el México prehispánico, el imperio mexica estableció de manera forzada, en la mayor parte del territorio mesoamericano, una historia oficial que no sólo abarcaba acontecimientos vividos por dicha cultura sino que reproducía diversos mitos y costumbres inventados por ellos para legitimar su poder ante los pueblos sometidos. De este modo, resulta muy probable que al lado de la postura oficialista del imperio mexica hayan persistido muchas tradiciones minoritarias provenientes de pueblos autóctonos que ocultaban celosamente su historia y sus tradiciones para no ser aniquilados por el Estado mexica.  Pero también hubo otras poblaciones y culturas que no fueron dominadas de manera totalitaria por los tlatoanis mexicas, por la lejanía de sus territorios o simplemente por la orografía de sus territorios que hacia difícil una dominación de ese tipo. Uno de los territorios que el imperio mexica no pudo dominar en su amplitud fueron los diferentes pueblos de la cultura zapoteca en los cuales aún se pueden observar tradiciones paralelas, pero no similares en relación con la manera en que concebían el retorno de los muertos. 

En la cultura zapoteca persiste la idea de que el 1 de noviembre regresan a ver a sus familiares los espíritus de los niños muertos, en tanto que el 2 de noviembre lo hacen los adultos. De ahí que en muchos grupos zapotecos se tenga la costumbre de que dos semanas antes de la fecha, las mujeres visitan los cementerios para invitar a sus difuntos a regresar, mientras que en el trayecto al cementerio las personas definen los alimentos o recuerdos que se pondrán en sus ofrendas. Asimismo, en muchos pueblos zapotecos se tiene la creencia de que la causa por la cual las almas no regresan a sus antiguas casas se debe a que ya no tienen parientes o porque, definitivamente, éstos no fueron a invitarlos a regresar en el panteón en que permanecen enterrados. Por lo general, las ofrendas de las comunidades zapotecas -especialmente las de los vecindarios de la serranía norte de Oaxaca- tienen como rasgo principal renovar todos los días la comida que se le ofrece a los muertos: el caldo se sirve siempre caliente ya que se piensa que los difuntos ab-sorben el vapor, así como el aroma de los alimentos, las frutas y las flores. 

Fotos: Cortesía INAH

En el centro de México se cree que las flores de cempoalxóchitl señalan el camino a las almas que regresan a ver a sus familiares vivos; en contraste, en la cultura zapoteca, la flor, y particularmente su aroma, es necesaria para que las almas que retornan puedan transitar en el mundo que había sido suyo, de manera que sin el aroma ni la humedad de esta flor sería posible caminar entre los vivos. Otro aspecto impor-tante en la tradición zapoteca es el hecho de que las personas mantienen un temor agobiante a fallecer en los días previos a los dedicados al regreso de los difuntos, ya que existe la creencia de que aquellos que mueran en tales días servirán de alimento a las almas desesperadas que vuelven a su antigua morada, lo que se traduce en una muerte eterna. 

Es importante notar que uno de los elementos clave que nos puede ayudar al establecimiento de ciertas diferencias entre las distintas tradiciones de México en torno al retorno de los muertos es el análisis de la etimología de las palabras propias de las diferentes lenguas indígenas que persisten. En efecto, es interesante ver que en la actualidad los zapotecos se refieren erróneamente al cielo celestial como Yaa’ ba’, el lugar al que, según la religión católica, van las almas merecedoras a descansar en el lugar más cercano al Creador; sin embargo, si analizamos esta expresión desde su etimología, su significado puede ser 'el lugar sagrado del sepulcro', es decir, 'la morada de la Muerte', 'el lugar sagrado en donde habita la Muerte', o, lo que es lo mismo, el inframundo, que no es sino el Mictlán si lo vemos desde la perspectiva mexica, el lugar a donde las almas van al morir, de ahí el nombre de Mitla, que en el idioma zapoteco es Loo´ba’, 'dentro del inframundo', o incluso, si se ve desde una perspectiva cristiana, ¡El Infierno! El hecho de cambiar el inframundo por el cielo en la mente de los indígenas zapotecos nos permite apreciar la manera en que los religiosos dominicos del siglo XVI y XVII adaptaron inteligentemente los elementos esenciales del cristianismo sobre los aspectos simbólico-cosmogónicos zapotecos, al grado de confundir en ellos la ubicación entre el inframundo (infierno) y el cielo como resultado del proceso de conversión religiosa. En la actualidad no existe el término cielo en el léxico zapoteco. 

A primera vista, podemos decir que el Día de Muertos en México es la reminiscencia de una tradición mexica que imperó en el Altiplano central, principalmente entre los años 1502 a 1521, periodo al cual pertenecieron las últimas reformas mexicas a cargo de Moctezuma II. Pero también es innegable que junto a ésta coexistieron otras tradiciones no oficiales que perduran hasta nuestros días.

Por Guillermo Correa Lonche

Historiador por la ENAH y profesor de la Universidad  La Salle México Santa Teresa

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