CÚPULA

El amor filial, el lado B de la paternidad

“La alegría del padre” (Alfaguara, 2023), de Didí Gutiérrez, muestra una historia de amor entre el progenitor y su hija, en la que destaca la ternura, la voluntad y la fuerza

EDICIÓN IMPRESA

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Créditos: Tomadas del Sitio web oficial

La enfermedad, a veces, es una condena de muerte y es, también, una sentencia de vida. Y es que el cuerpo vulnerado desnuda todo aquello que nos hace humanos, quedan expuestos los miedos más profundos, la memoria es presente, el amor se vuelve tornasol porque brilla y se va a grises en un abrir y cerrar de ojos; y la ternura se convierte en la única salvación posible. La alegría del padre (Alfaguara, 2023), primera novela de Didí Gutiérrez (Ciudad de México, 1983) es una exploración no sólo de la fragilidad humana frente a un diagnóstico como un cáncer incurable, y es, sobre todo, un retrato del amor filial, de la relación entre Rafael y Abigaíl, padre e hija, quienes, tomados de la mano, emprenden un viaje al centro de todo aquello que nos hace familia. 

La madre de la inquieta joven ha desaparecido, así que ella se enfrenta al mundo como puede, a veces con bravía, otras tantas con terror ante la incertidumbre del futuro. Amante de los libros, como su padre, ante la enfermedad y la orfandad inminente, con esa sensación de, ahora sí, estar completamente solos en una realidad abrumadora, se ve repentinamente frente a un hombre que admira y a quien, ahora, deberá no sólo cuidar, sino también seguir creciendo a su lado. 

Así, a partir de una historia personal, Didí construye una novela cargada de humor, de momentos cotidianos que marcan para siempre, desde un desayuno casual hasta una charla sobre la muerte, o la toma de medicamentos o los dolores que se comparten en una especie de reflejo frente al espejo.

“Cuando se abrió la posibilidad de la pérdida al recibir una noticia tan difícil como un diagnóstico de enfermedad, que representó una probable desaparición definitiva, me bastó para ver la transformación de la vida. Mi padre vive, pero la noticia cimbró a la familia. Para mí, fue darme cuenta de que, en medio de todo, de todo ese dolor, de esa incertidumbre, en ese lugar inesperado que ya no es tan cálido, que se mueve, que está lleno de zozobra, lo que logré fue darme cuenta de que el amor es una forma de sobrevivencia”, dice en entrevista. 

Didí, quien además es periodista y editora, va construyendo los pequeños momentos y una cotidianidad sobre el duelo, no del ser querido, sino de todo lo vivido, de lo que ya no está, un duelo sobre lo que ya no es. 

“Cuando estás atravesando por todo eso no te das cuenta de qué está sucediendo porque lo único que estás deseando, en ese momento, es preservar un día más. El germen de la novela era un diario nada más, es decir, empezó, para mí, como un diario del dolor, de desesperación, de miedo de no saber qué va a pasar. A mí me servía para atravesar el proceso, pero lo cierto es que tuve que dejar que pasaran varios años más, después de esa experiencia, para comenzar la novela”, cuenta. 

Alejada de la intensidad inicial, Didí toma esta experiencia no para novelar la biografía dolorosa de su familia, sino para darle vida a Abigaíl y a Rafael, personajes en carne viva que conmueven por su honestidad. 

“Logré despegarme del dolor y lo volví literatura. No tenía intenciones de publicar un libro, pero me di cuenta de que al valorar lo que nos había ocurrido, comprendí que lo que más nos había sostenido, en medio de todas esas emociones que nos habían arrebatado la calma o la tranquilidad, lo que nos sostuvo y nos había traído hasta aquí años después, pues había sido básicamente el lenguaje del amor y del detalle, el significado de lo pequeño, que son esos gestos que, a pesar de todo lo que podríamos creer, están en el amor y que éste es un lenguaje de sobrevivencia. Sin embargo, esta conclusión es algo que pude entender y asimilar muchos años después, porque mientras estás atravesando el proceso, simplemente reaccionas, es como salir del agua cuando sientes que te estás ahogando. Así fue para mí, simbólicamente fue estar sumergida en ese torrente de emociones que van de aquí para allá y que, finalmente, llega el momento de salir para respirar. Es entonces cuando te das cuenta de que la vida sigue, que la vida, incluso con la muerte, sigue; la vida se sobrepone a la muerte”, añade la autora. 

Más allá del dolor, una de las líneas más claras de La alegría del padre es ofrecer una mirada de un papá que está presente, el lado B de Pedro Páramo, el hombre que no sólo se quedó, sino que, sobre todo, asumió la crianza y, contra sí mismo, logró conectar con su paternidad pese a su educación envuelta en el patriarcado. 

“Rafael, el padre de Abigaíl, es un señor absolutamente de su época, que responde a ciertas maneras de ser, que, digamos, son arquetípicas. Está el padre protector, proveedor, pero también está el hombre que está muy preocupado por qué le va a dejar a su hija. El hecho de que la madre ha desaparecido los ha marcado, son circunstancias que los vuelven vulnerables. Para mí, los libros son ese retrato fiel, sí, de la realidad, sí, pero me gustan los libros que hablan de los gestos mínimos. 

Didí Gutiérrez entrega, pues, una novela conmovedora sobre el amor entre padre e hija, un amor posible. 

Por: Alida Piñón.

alida.pinon@elheraldodemexico.com

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