La escasez de vivienda, aunado a que los edificios corporativos no han podido recuperar sus niveles de ocupación previos a la pandemia del covid-19, está desatando una tendencia hacia la reconversión de estos espacios laborales para satisfacer la demanda de lugares habitacionales en los próximos años.
“La crisis sanitaria obligó a los trabajadores a realizar sus actividades laborales en casa, situación que se ha mantenido pese al levantamiento de las restricciones de movilidad. Hoy, aunque cada vez hay más personas de vuelta a las oficinas, la realidad es que los espacios de oficina están perdiendo potencial en el mercado, tanto que se prevé que permanezcan vacíos o con una mínima ocupación”, explica Gustavo Tomé Velázquez.
Para el especialista en la industria inmobiliaria, la probabilidad de la reconversión de inmuebles corporativos a habitacionales es alta, ya que es una oportunidad para aprovechar los lugares deshabitados y reactivar la oferta. En este sentido, también se beneficia a los nuevos habitantes, porque regularmente los espacios corporativos se encuentran en zonas céntricas de las urbes y se rodean de centros de entretenimiento, recreativos, escolares y de salud.
Sin embargo, no es un trámite sencillo, pues implica resolver, por lo menos, un par de retos puntuales: agilizar los trámites legales para el cambio de uso de suelo y la intervención estructural, ya que las oficinas cuentan con especificaciones difíciles para adaptar a un departamento.
Los pros y contras de la reconversión
Dentro de las cosas positivas de este fenómeno, añade Gustavo Tomé Velázquez, está la inclusión. “En la Ciudad de México, por ejemplo, zonas como el Centro Histórico, Reforma, Insurgentes y Polanco, que eran laborales por naturaleza, hoy se busca llevarlas a espacios habitacionales, lo que brinda la oportunidad a las personas de obtener una vivienda incluyente, con fácil acceso a la urbe”, agrega el experto.
Pero, precisamente al haber sido utilizados únicamente para actividades corporativas, estos inmuebles requieren de diversas modificaciones para ser habitables. Esto significa que, por ejemplo, las columnas que son tan comunes en los centros de trabajo deben desaparecer, lo mismo sucede con la ubicación de los baños colectivos y hasta de las áreas comunes.
“No se trata solamente de llegar e instalarse para vivir en una oficina de Reforma, sino de hacer un análisis completo para encontrar la manera más adecuada de transformar la estructura, y asegurar que sea un espacio que realmente satisfaga las necesidades básicas de la población”, añade Tomé Velázquez.
A esto hay que agregarle las implicaciones de los trámites, pues los cambios que se deben hacer para el uso de suelo requieren de un respaldo legal, así como inversión económica y de tiempo para los desarrolladores. Aquí, dice el experto, hay que tomar en cuenta que si el inmueble todavía no está terminado, entonces el procedimiento de reconversión podría ser más sencillo, pero si el edificio ya fue corporativo, prácticamente hay que iniciar de cero.
Pese a las implicaciones, la vemos en el mercado desarrolladores que están incursionando en este proceso, por lo que no podemos descartar que será una tendencia visible y activa en los próximos meses. “El reto será encontrar las mejores alternativas de reconversión, que sean lo más asequibles y eficientes posibles, con todas las licencias aprobadas y en zonas realmente céntricas para que su funcionamiento valga la pena”, concluye el especialista en la industria inmobiliaria.
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