La numismática es una práctica tan fascinante como costosa. Los coleccionistas de monedas, títulos de valor y billetes saben del provecho que se le puede sacar a estos objetos. Si bien el dinero es de lo más cotidiano, lo es cada vez menos por las transacciones electrónicas y el uso de las tarjetas de debito y crédito. Esto hace aún más único y exclusivo el coleccionismo de objetos extraños.
Por un lado, un verdadero coleccionista no discrimina entre moneda de curso legal y monedas históricas. Cuando Europa adoptó el euro a principios de siglo, la numismática se fascinó por recoger monedas de todos aquellos países que sepultaban para siempre el uso de sus monedas nacional. Del mismo modo, hoy se encuentran expectantes por ver quién es el primero en recoger una moneda con el rostro de Carlos III por el inminente reemplazo del rostro de la difunta reina Isabel II.
La afición ha llegado a límites insospechados. Si bien la producción de dinero es un proceso muy complejo, sujeto a medidas de seguridad rigurosas y a controles de calidad exhaustivos, no ha faltado oportunidad en ha habido sendos errores. Sin embargo, lejos de ser motivo de lamento para los coleccionistas, han convertido al error en objeto de deseo y valor agregado.
El dinero mexicano resulta muy simpático a la vista de nacionales y turistas que ven plasmados los rostros de personas de reconocida trayectoria e importancia. Así es que el billete de 100 pesos donde está el rostro de Sor Juana Inés de la Cruz es uno de los objetos más queridos y corrientes de nuestro país.
Ahora bien, ¿5 millones por un billete de 100 pesos? Increíble pero real, los numerosos errores en su impresión lo han convertido en una pieza única. En su número de serie el 1 aparece borrado, y la protagonista ha salido un poco mal en la “foto”. Tiene una mancha en su frente y en su nariz. ¿Lo comprarías?