Mauricio Sulaimán disfruta demasiado de ser la cabeza del CMB. Viene en su sangre. A 10 años de que tomara la batuta del organismo, la mira se mantiene en hacer un cambio en pro del deporte.
“Sigo siendo ese niño que admira al boxeador, pero ahora con responsabilidad y atención a las cosas que no se pueden dejar de hacer”, dijo. “Sueño mucho y me gusta sacar novedades, cosas que llamen la atención”, agregó.
Él no se visualizó como presidente del CMB, y no fue hasta que las circunstancias lo obligaron que tuvo que dar un paso adelante. Tras la muerte de don José, en 2014, todos los ojos se posaron en él.
“Me metí en el boxeo para estar con mi papá. Es más, él no quería, porque la posición no es fácil; son muchos sacrificios”, recordó.
Sin embargo, el tiempo le ha mostrado que tomó la decisión correcta, pues el compromiso que siente por el legado familiar es muy grande; por eso ha basado su trabajo en fomentar el crecimiento, y mantener la unidad.
Sulaimán ha trabajado para mantener al organismo fuerte, mientras promueve acercamientos con promotores, plataformas y televisoras para plantear una meta en común que les lleve beneficios.
Hasta ahora, después de múltiples cambios, Mauricio considera que su logro más importante es Clean Boxing, un programa antidrogas que arrancó en 2016, y a pesar de las complicaciones y costo, se ha logrado mantener para la integridad y protección del boxeador, al garantizar el deporte seguro.
Este año tocan elecciones del CMB y, aunque no se impuso un límite, Sulaimán Saldivar adelantó que sin importar los resultados que tenga la votación, él —de alguna u otra forma —se va a mantener ligado al organismo, pues es “una forma de vivir, que comparte lo que mi familia es”.