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Árbitras mujeres: Pasión y sufrimiento

Ellas tratan de llevar a buen puerto los partidos de futbol, aunque tengan que soportar agresiones físicas y verbales de los hombres.

DEPORTES

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Las silbantes soportan agresiones físicas y verbales de jugadores, en el futbol amateurCréditos: El Heraldo de México

“Un joven de 16 años me rompió la nariz en 17 pedazos de un cabezazo”. La frase refleja lo complicado que puede ser para una árbitra convertirse en la ley dentro del que en algún tiempo fue considerado como un mundo de hombres.

Es el villano de la película. El árbitro suele ser el personaje más odiado, insultado y criticado en cualquier partido de fútbol. Su papel es complicado y, aun así, muchos se atreven a ir con el silbato a la boca y llevar a buen puerto los encuentros.

Si para un árbitro debe ser difícil enfrentar todo lo que envuelve un partido, para una réferi tiene que ser el doble o triple ser la justicia en un juego que muchos dicen es para hombres, por la sociedad machista en la vivimos.

Aun así, en el futbol llanero existen, y no son pocas, las chicas que se dedican, aman y viven del arbitraje. “Es lo más bonito que me ha pasado en la vida”, dijo Alex Cruz Salazar, a quien conocen en las canchas como “La Güera”, en plática con El Heraldo de México.

“El arbitraje me encanta y el futbol también, me ha regalado viajes, olimpiadas, nacionales, entrar a estadios maravillosos, pitar en torneos de renombre como Telmex”, completó Yadira Crespo, con 18 años de experiencia como silbante.

Sin embargo, no todo es miel sobre hojuelas para las árbitras, pues la sociedad machista a la que enfrentan les cobra factura cada que saltan a las canchas de soccer, Fut 7, Futbol rápido, Salón o Playa.

Palabras altisonantes, insultos sexistas y de género, son el pan de cada día para las réferis del balompié. “Lo más difícil es vivir en un mundo de hombres, es complicado. Ahora está lo de las feminazis que quieren colocarse en la sociedad de una forma distinta, pero es gracioso que digan eso porque cuando yo empecé, todo el mundo te mandaba a la cocina, a lavar, a cuidar a tus hijos y fue difícil ganarse el respeto”, dice “La Güera”, de 48 años, que tiene más de 30 años en el mundo del arbitraje.

“Lo peor son las constantes amenazas que vives por ser árbitro y más por ser mujer”, comparte Lidia González Correa, “La Flaca2, respaldada por una trayectoria de 21 años como jueza de futbol.

Pero eso no es lo peor. Lo más complicado para estas mujeres llega cuando los hombres rebasan la línea de los insultos y amenazas verbales, para pasar a las agresiones físicas.

 “Me rompieron la nariz en 17 pedazos de un cabezazo. Hace 20 años, en el torneo Pepsi Generation Next, un niño de 16 años se acerca a darme la mano para despedirse, me da el jalón y estrella su cabeza con mi nariz.

“En otra ocasión me pusieron una pistola en la cabeza en el Deportivo Felipe ‘Tibio’ Muñoz, en Pantitlán; son situaciones nada agradables”, ecordó La Güera, quien ha pitado en canchas famosas de la Ciudad de México como el Maracaná, Escuadrón 201, Centro Rayo y ACD, entre otras.

“A mí me han dicho que no sirvo para esto, y me han escupido y aventado tierra en la cara”, recordó Yadira Crespo, miembro de una dinastía hidalguense de arbitraje que se ha presentado en recintos importantes del balompié nacional, como el Estadio Nemesio Díez, el Estadio Hidalgo y el 10 de Diciembre, por citar algunos.

Es así como las arbitras luchan contra marea cada día que toman el silbato. Aunque por otro lado continúan en un mundo que les apasiona y les ha regalado viajes, vivir de lo que les gusta e, incluso, encontrar el amor.

 “Gracias a esta profesión conocí al amor de mi vida, es un jugador que me invitó a salir; luego de encontrarnos en una cancha, me llamó y surgió la flama del enamoramiento”, compartió “La Flaca, aunque por otro lado hace 10 años sufrió un golpe por la espalda en un juego en Nayarit.

“Es lo más bonito que me ha pasado en la vida, mucha gente menosprecia el oficio, pero sin nosotros esto no existe, los jugadores no se podrían controlar… Vivo de esto totalmente, llegó a ganar hasta 16 mil pesos al mes en jornadas de cuatro horas entre semana y ocho los fines de semana”, concluye «La Güera.

Es así como el arbitraje, de por sí ya complicado, se vuelve aún más cuando las mujeres son las encargadas de repartir justicia en un deporte muchas veces mal llamado de hombres y en una sociedad machista.

PAL