Quizá una de las figuras masculinas más importantes de la época de oro del cine mexicano, Pedro Infante, perdió la vida un día como hoy de hace 67 años haciendo una de las actividades que más le gustaba: pilotando un avión.
El siniestro truncó la carrera del actor, nativo de Sinaloa y de entonces 39 años de edad, quien ganó fama internacional por su participación en cintas cómicas como “Los Tres García”, y en dramas como “Un rincón cerca del cielo” o “Pepe el Toro”.
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Su simpatía, además de su talento, le impulsó para convertirse en un verdadero ídolo de masas. De hecho, se dice que alrededor de 100 mil personas se reunieron para despedirlo en las inmediaciones del Panteón Jardín de la Ciudad de México.
Algunas cosas poco claras alrededor de su deceso alimentaron durante años algunas teorías conspirativas sobre que en realidad no murió, pero lo que es cierto es que su última cinta, “Tizoc”, por la que ganó el Oso de Plata del Festival de Cine de Berlín al Mejor actor, sí significó la muerte de la mejor época del cine nacional.
Dos advertencias antes del accidente fatal
Carpintero, músico, boxeador, actor y aviador: estas eran algunas de las aficiones del gran ídolo del cine mexicano, quien logró acumular casi 3 mil horas de vuelo, por lo que se consideraba un fanático avanzado del vuelo.
Sin embargo, el mortal accidente que sufrió en Mérida, Yucatán, el 15 de abril de 1957, no fue el único que sufrió Pedro Infante: en ocasiones anteriores, la vida del famoso intérprete de “Los tres huastecos” ya había estado en peligro.
El primer accidente que sufrió ocurrió en 1947 en su natal Sinaloa, cuando su aeronave no logró ganar la suficiente altura y se estrelló contra un sembradío de maíz, provocándole solo heridas superficiales.
Dos años más tarde, en Zitácuaro, Michoacán, Infante estuvo involucrado en un accidente aún más grave, lo que le provocó fracturas craneales, las cuales motivaron que le fuera injertada una placa de platino.
El último vuelo del “Inmortal”
Lamentablemente, el tercer accidente aéreo de Pedro Infante sería el definitivo. Según crónicas de la época, Infante quería viajar desde la capital yucateca a la Ciudad de México pero, al no encontrar pasaje en aerolíneas comerciales, tomó la decisión de pilotear una aeronave privada.
La aeronave en cuestión era un C-87 Liberator Express de la empresa TAMSA, el cual estaba fabricado con partes de aviones retirados del servicio militar en la Segunda Guerra Mundial y con el que se transportaba localmente pescado.
Además de Pedro Infante, en la aeronave viajaban el mecánico Marcelino Bautista y el capitán Victor Manuel Vidal quienes perdieron la vida, al igual que una mujer y su hijo quienes lavaban ropa en el predio donde colisionó el avión.
Dos días después, miles de personas abarrotaron las calles de la Ciudad de México para despedir a su ídolo, en una procesión nunca antes vista y que solo se repitió décadas después con las despedidas a otros iconos de la cultura popular mexicana, como Juan Gabriel y José José.