MARIE JOSÉ TRAMINI

Después de Marie Jo

Un grupo interinstitucional trabaja desde junio de 2018 para dejar listo, y catalogado, el acervo del nobel mexicano

CULTURA

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En la imagen, la pareja alrededor de 1985Créditos: Cortesía Zona Paz

Veinte años después de la muerte de Octavio Paz, una de las voces poéticas más sólidas y reconocidas del mundo, muere su esposa, Marie Jose Tramini, el 28 de julio de 2018, en la Ciudad de México. La compañera, musa y celosa guardiana del patrimonio que su marido había depositado en ella como heredera universal, se había apagado entre serios problemas de salud, soledad, abandono de bienes, desconfianzas y recelos. Marie Jo, como le decía Paz, moría en su domicilio de la calle Plinio sin testamento, quizá de manera inesperada, dado que la rutina a su alrededor no se había alterado de manera especial, rodeada de más de una decena de gatos, recibos de servicios y correspondencia sin abrir, cajas con ropa y enseres personales, cuadros a medio embalar y un altar de Ganesha que enmarcaba una fotografía de su esposo, joven, sonriente, como le gustaba recordarlo.

Gracias a Héctor Vasconcelos, quien había recibido la alarmante llamada del personal del servicio de Marie Jo, la entonces secretaria de Cultura instruyó a la titular del Instituto Nacional de Bellas Artes y a mí, en ese entonces directora general de Publicaciones, así como al titular de la Unidad de Asuntos Jurídicos, que nos presentáramos de inmediato en el domicilio para asegurar el orden de las diligencias y los bienes de la pareja. Podría decir que las mismas instituciones culturales estábamos ante un hecho insólito que nos hizo actuar con cautela, con los instrumentos legales que tuvimos a disposición y con la misma desconfianza con la que posiblemente se fue la viuda del poeta.

Esa tarde, firmé el reconocimiento de un cuerpo que hacía casi cuatro años que no veía, recordaba su voz del otro lado del teléfono que gentilmente me había autorizado usar algunos fragmentos de poemas de Octavio Paz para el programa Salas de Lectura, pero nada más, nunca concretamos ese café en Polanco, ni su visita a una de las salas. Ahora yo estaba allí constatando el levantamiento del cadáver, eligiendo la ropa que debía llevar para su velorio, arreglando con el área de protocolo la ceremonia, decidiendo caja y urna, evitando que se tocara un solo papel u objeto a nuestro alrededor --no recuerdo a quién le arrebaté su pasaporte caducado, que ya se estaba metiendo en un bolsillo--.

Mientras, los abogados llamaban a las autoridades judiciales y tomaron decisiones inmediatas para evitar saqueos en el resto de los inmuebles. Bellas Artes, por su parte, aceleraba el proceso de declaratoria como monumento artístico sobre todos los bienes que se encontraran en las casas.

La Perulera ha sido renombrada como Casa Marie José y Octavio Paz. Foto: Cortesía SC

Muy pronto, iniciaron los juicios intestamentarios en el Tribunal Superior de Justicia de la Ciudad de México, ante los juzgados sexto y décimo noveno de lo familiar. La acumulación de los juicios en un solo juzgado, así como la resolución de varios de ellos fueron la ocupación de esos últimos meses del año 2018. En ese tiempo, el Gobierno de la Ciudad de México, a través de su Secretaría de Cultura, la Secretaría de Cultura federal y la Presidencia en turno de El Colegio Nacional, acordamos la conformación de un equipo de trabajo que diera seguimiento al inventario de bienes, nombrando, como lo marcaba la ley, la figura de un interventor sin cuya presencia y autorización no podía tomarse decisión alguna sobre la llamada masa testamentaria.

Ese grupo decidió, además, que las cenizas del poeta, que Marie Jo guardaba en un saco de terciopelo morado, así como las de ella misma, estuvieran juntas en el Antiguo Colegio de San Ildefonso, y que fuera Vicente Rojo, amigo entrañable de la pareja, quien se encargara de preparar el memorial.

Con la figura del interventor, que recayó en mi persona, se agregó la de los peritos, que se decidió fuera un representante de cada una de las instituciones involucradas. Al equipo de vigilancia y resguardo se sumaron José María Espinasa, por parte de la Ciudad de México, Christopher Domínguez, por El Colegio Nacional y Ernesto Martínez, director del Centro Nacional de Conservación y Registro de Patrimonio Artístico Mueble (Cencropam) del INBA.

Ese grupo, aunado a la juez en turno del caso de intestado, un ministerio público y dos actuarios del propio tribunal, iniciamos el recorrido por cada uno de los inmuebles de la pareja Paz que tenían en México, con la consigna de registrar su estado e iniciar el inventario de bienes que resguardaban. Las acciones no pararon con el cambio de gobierno en diciembre de 2018.

El presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, instruyó desde la transición a la nueva Secretaria de Cultura, Alejandra Frausto, retomar de inmediato el caso para no detener las labores ya iniciadas, y la Jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum; comenzó a dar seguimiento personal al proceso, a través del Sistema para el Desarrollo Integral de la Familia de la Ciudad de México, institución que se convertiría formalmente en la única y universal heredera de los bienes de Marie Jose Tramini Poli, y, por tanto, de los que en ella depositó Octavio Paz. Esta última declaratoria se llevaría a cabo por el juzgado el 27 de septiembre de 2019.

Con el apoyo de la Guardia Nacional encargada de la custodia del patrimonio, el gobierno de la Ciudad de México dio inicio a las labores de rehabilitación de los inmuebles de la pareja, algunos de los cuales tenían dictámenes de Protección Civil de alto riesgo, después de los sismos del 2017 y 2019. Esta labor ha sido fundamental, ya que permitió no sólo el trabajo seguro de los especialistas del Cencropam, sino que posibilitó que los inmuebles no fueran invadidos ni saqueados.

A ello se sumó la solventación de adeudos, la regularización de los servicios y la recomendación general de los peritos para determinar las prioridades del trabajo de sanitización, estabilización y rehabilitación de los bienes, mismo que se puso a consideración del juzgado para su ordenamiento y ejecución. En ese mismo sentido, se hizo la catalogación general de la masa testamentaria, casi un índice, con denominaciones generales que permitirían a los técnicos especialistas ordenar los bienes en cada uno de los inmuebles.

El año de la pandemia, 2020, con los juzgados cerrados, sirvió para que el equipo de peritos revisara el programa de trabajo de los técnicos, haciendo un especial énfasis en el cuidado del archivo y la biblioteca. Los documentos en papel podían correr riesgo en el inmueble que mayormente los albergaba --el par de departamentos de Río Guadalquivir que la pareja hizo uno--, a los que además aquejaba un viejo problema de humedad y las potentes ramas de una jacaranda que ya habían atravesado el techo de la biblioteca.

Los equipos del Cencropam, con la autorización del juzgado, entraron a todos los inmuebles para asegurar que los bienes no se vieran comprometidos; se estabilizaron y embalaron libros, archivo, obras de arte y se separó aquello que tenía microorganismos activos para evitar contaminación entre materiales. Se movió todo el acervo a los lugares más seguros de cada uno de los inmuebles y se esperó que la pandemia cediera para reiniciar los trabajos.

Así llegó el año 2021, en el que el caso de intestado se reunió en un solo juzgado, el mismo que llevaba el caso del testamento de Octavio Paz. El grupo de trabajo institucional trazó una nueva ruta crítica que implicó la salvaguarda y recuperación de cuentas bancarias de México y el extranjero. En este mismo lapso, se dio cuenta de manera oficial de la existencia del fideicomiso que se había creado para Elena Paz, la fallecida hija del poeta y de Elena Garro, pero cuya titularidad ostentaba Marie Jose Tramini.

Entre los tesoros que se exhiben se encuentra la Medalla que avala el Premio Nobel de Literatura. Foto: Cortesía SC

Ello ha implicado un nuevo juicio, aún vigente, para la recuperación de un inmueble que formaba parte del patrimonio. En ese tiempo también se registró como parte del inventario de inmuebles el departamento de la pareja en París, cuyo estado y bienes se cotejaron y registraron con el apoyo de la Embajada de México en Francia.

Reconfigurado el mapa de bienes materiales, los peritos expresamos la posibilidad de que la obra de Octavio Paz pudiera difundirse de nuevo, lo cual permitiría, además, revisar todos los instrumentos jurídicos vigentes y actualizar los que en estos años se habían agotado.

Para ello, el juez permitió la apertura de una cuenta especial que hasta ahora recibe los derechos del uso y explotación de la obra del poeta, y ordenó que se comunicara al Instituto Nacional del Derecho de Autor y a la Cámara Nacional de la Industria Editorial Mexicana, que cualquier gestión relacionada con derechos de las obras de Octavio Paz y Marie Jose Tramini, se hiciera ante el DIF de la Ciudad de México.

El legado del poeta y ensayista mexicano está a disposición desde finales de 2021 y las solicitudes se atienden y valoran de acuerdo con lineamientos que los propios peritos, con la guía del Indautor, hemos sugerido. Se han celebrado nuevos contratos con editoriales nacionales, y también, mayoritariamente, con extranjeras, se ha traducido parte de la obra a nuevas lenguas y se han cedido permisos para adaptaciones de algunos versos en obras de teatro o composiciones musicales.

Tenemos claro que la vigencia del poeta también es labor de quienes estamos intentando cerrar el juicio de intestado. En algún momento, Octavio Paz se preguntaba sobre la permanencia de su obra e incluso se habló sobre la sobrevivencia del personaje por encima de sus escritos, pero ese tiempo ya está rebasado.

Paz decidió que los testigos de su vida quedaran en México, que su mayor editor en su lengua materna fuera la editorial del Estado, el Fondo de Cultura Económica; que su editor ahí fuera Adolfo Castañón, un hombre de su círculo de confianza quien logró publicar sus obras completas bajo ese sello, y que Marie Jo decidiera qué hacer cuando él no estuviera. Y, finalmente, después de varias acciones y emprendimientos fracasados, Marie Jo decidió que sólo ella llevaría la carga de administrar el legado, y podemos suponer, sólo eso, que incluso la falta de decisiones de su parte, para escenarios posteriores a ella misma, fue en sí misma una decisión.

El Estado ahora asume el legado de los Paz, por lo tanto, se convierte en un bien de interés público que se tiene la responsabilidad de preservar y de promover. Desde un principio, los representantes de las instituciones hemos acordado que todos los bienes encontrados debían conservarse, sin divisiones, como un solo universo.

Cuando los restauradores del Cencropam entran a uno de los inmuebles a trabajar lo hacen divididos en grupos: los especialistas en documentos y libros, los que se enfocan en obra plástica, algunos otros en muebles de madera, metal o enseres domésticos, ropa, telas; otros, en joyería, medallas y reconocimientos. Ha habido alrededor de 30 personas por inmueble haciendo de esos espacios un taller, reviviendo aquel soleado que tenía Marie Jo al lado de la biblioteca de Río Guadalquivir, donde una enorme mesa de madera todavía conservaba los restos de alguna de sus cajas.

Los bienes que merecieron tratamiento especial se trasladaron a la sede del Cencropam con permiso del juez para su restauración, como ocurrió con algunos libros y muebles; sin embargo, la máxima es que todo sea reunido nuevamente y para ello se dispuso la Perulera.

Pido al lector que imagine que estamos desmontando tres casas que guardan un legado de valor artístico e histórico, que ese legado debe pasar por un proceso diferenciado de mantenimiento para su conservación y eventual exhibición que a veces puede hacerse en las casas mismas, pero la mayoría de las veces no, así que debe llevarse a talleres especializados. Los inmuebles, por su parte, deben tener mantenimiento y reparación de distinto orden, algunos incluso estructural, para ello lo idóneo es desocuparlos lo más posible para no afectar los propios bienes.

El equipo institucional pensó entonces en destinar un inmueble para el resguardo de los bienes que, además, sirviera como sede del fideicomiso que el Gobierno de la Ciudad de México ha conformado para llevar a cabo primero las labores de inventario y luego para la promoción, difusión y administración de los bienes de los Paz.

La Perulera, un antiguo inmueble del siglo XVIII, que pertenece a la Ciudad de México y cuyo único fin puede ser cultural, pareció el espacio idóneo, en una zona de Tacuba donde no existe prácticamente oferta cultural para la gran mayoría de la población joven que vive en los alrededores. El espacio, cercano a vialidades grandes, a colonias como Polanco o San Miguel Chapultepec, tiene además los metros cuadrados suficientes para albergar buena parte de los bienes muebles, libros, pinturas, esculturas, etc., que han estado tratándose como parte de la masa testamentaria.

Adicionalmente, el laboratorio de tratamiento del archivo Paz, que forma parte del Cencropam, tuvo un espacio preferente en la Perulera, ya que la catalogación del archivo es una de las tareas aún pendientes por concluir antes de dar por terminada la adjudicación de los bienes al DIF de la Ciudad de México. Si bien el inventario general calculó poco más de 70 mil documentos, será la catalogación de los mismos la que nos dé luz sobre su contenido.

La Perulera ha sido renombrada como casa Marie Jose y Octavio Paz, ahí habitarán juntos nuevamente con sus muebles, libros, pinturas, esculturas, ropa, zapatos… Ahí se abrirán las puertas para los nuevos lectores de Octavio Paz que ya hemos comenzado a buscar porque la trascendencia está en ello. En la casa se pintará, se bailará, se leerá y se verá arte porque ese es el ambiente que queremos recuperar de las casas de los Paz, uno más fresco y actual. Quede por ahora el espacio para una breve inmersión al patrimonio de la pareja, que se irá renovando cada determinado tiempo, con el cuidado que debemos tener para mostrarlo al público.

La casa se irá habitando a la par que las otras casas: Guadalquivir, Plinio, Porfirio Díaz o Lerma, que deberán tener una clara vocación en apoyo a la promoción de Octavio Paz y de su obra, así como de la compuesta por Marie Jose Paz, la artista plástica y poeta. Hemos imaginado residencias artísticas y académicas, casas museo, convocatorias, exposiciones, conferencias, seminarios, lecturas, talleres, todo aquello que un espacio cultural podría ofrecer, y preferimos hacerlo con gestores culturales, editores, investigadores o buenos conocedores de la pareja Paz que formarán el primer consejo consultivo del fideicomiso.

La Jefa de Gobierno de la Ciudad de México y la Secretaria de Cultura federal han encomendado que tengamos un fideicomiso participativo, donde no queden las decisiones sustantivas sólo en las instituciones, así que pronto se harán las invitaciones para comenzar a construir lo que queremos de un patrimonio que nos pertenece a todos los mexicanos. Sin rivalidades que la cultura no acepta, sin intereses más allá de los comunes de preservación y difusión, hemos mantenido un tiempo de voluntades que nos acercan mucho a la conclusión de la historia que se abrió con la muerte de Marie Jo.

Fue el propio Paz quien nos enseñó que el “presente es perpetuo”. Su legado vivo, de y para todos los mexicanos, así lo demuestra. “La historia de México”, como escribió, “es la del hombre que busca su filiación, su origen”.

Por Marina Núñez Bespalova
Subsecretaria de Desarrollo Cultural Secretaría de Cultura federal

 

LSN