CÚPULA

Axolotl. El espejo de la conciencia de Sabino Guisu

El artista, dice el autor, ha dialogado con el arte antiguo de méxico; como en su reciente creación

CULTURA

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El objetivo es exhibirlas en México, con fecha por definir Créditos: León Pineda y Dalí Nelio 

Para la mirada universal el ajolote ha sido una presencia inquietante. He dicho universal porque el axolotl no aparece únicamente en la historia antigua de México, a través de sus códices y de sus relatos fundacionales y algunos de sus mitos (pienso, por ejemplo, en Xolotl, el hermano de Quetzalcóatl, y su viaje al inframundo, y en sus continuas transformaciones); este anfibio aparece, por ejemplo, en algunas narraciones, como las de Cortázar, Salvador Elizondo o Primo Levi; en algún ensayo del filósofo italiano Giorgio Agamben; sin olvidar el folclore japonés del siglo XX y los mercados exóticos.

Debido a que es un ser inclasificable, Alexander von Humboldt dijo que era un “reptil problemático”. Y, en cierto modo, sigue estando envuelto en un halo de misterio y de multiplicidad. Es muy probable que el artista mexicano Sabino Guisu (Juchitán, Oaxaca, 1986) pensara en ese estado ambiguo que el axolotl posee para diseñar esta pieza. 

Las esculturas se presentaron en Los Ángeles Foto: León Pineda y  Dalí Nelio 

Por un lado, se ha dicho que el ajolote es un niño eterno, pues vive en una especie de etapa larvaria hasta la muerte (neotenia); se ha especulado si al cambiarlo de clima y de condiciones se convertirá finalmente en una salamandra o en algún otro animal (como han pensado algunos historiadores y mitógrafos); y a esto habría que añadir su capacidad para regenerarse, su actitud mimética, su belleza, su fragilidad… ¿No es, también, esta condición de cambio y de permanencia, de singularidad, una metáfora de la mente humana? Sabemos que la conciencia tiene esa cualidad para reflejarse en todos los objetos posibles.

Probablemente, como las serpientes, los rinocerontes, los tigres, los ajolotes son seres capaces de resumir toda una época. Axolotl. El espejo de las emociones (2023) confirma estas ideas. Todo lo que evocan las esculturas, la espiral doble, el espejo de agua que lo suspende, las formas simbólicas tanto prehispánicas como orientales, la dualidad, la complementación y la oposición entre lo masculino y lo femenino, en fin, la síntesis de objetos y elementos y tiempos diversos, convierten a esta obra en un conjunto cambiante y evocativo. ¿Cuál es el estado en el que una pieza de arte opera? ¿Por qué se presentan, además de su singularidad plástica, como una pregunta o un enigma hacia el espectador? Estas han sido preguntas recurrentes que Sabino se ha planteado constantemente.

Lo sagrado es de su interés Foto: Manuel Anaya y  Dalí Nelio

Las esculturas fueron diseñadas como un guiño a la cultura popular de los art-toys en el arte contemporáneo. Pero tratan de desplazar el sentido popular o lúdico hacia una reflexión más profunda. Juegan, es cierto, con la identificación que la cultura popular podría tener con esos seres.

Y, a la vez, intentan crear una crítica de la desvalorización de lo simbólico y el valor de la conciencia en una época en que buena parte del fenómeno artístico está mirando hacia otra parte. El axolotl en la época moderna es uno de los signos más dramáticos de la extinción. La devastación de su lugar originario, el lago de Xochimilco, es también la devastación de uno de los símbolos más profundos de México.

Sabino Guisu ha estado trabajando en los últimos años con esta clase de vestigios, las grecas de Mitla, la efigie de Cocijo, las tumbas de Monte Albán. Y se ha servido de esas imágenes para explorar (y dialogar con) el arte antiguo de México. Ha intentado dar una vuelta de sentido a estos objetos sagrados.

Sabino piensa que en la actualización de esas épocas remotas está el secreto del presente, una forma de apoyarse para ir más allá. Ha insertado luz, sonido y performance en algunas de sus piezas inspiradas en objetos cuyo fin era la vida espiritual. Asimismo, ha querido establecer algunas reflexiones en torno a lo sagrado y lo profano. ¿Estos valores siguen teniendo vigencia en nuestras sociedades de consumo? ¿Es posible aún hablar de aquello que nos religa con la espiritualidad a través del arte? ¿Aportan en algo las creaciones artísticas a la evolución de los actos del ser humano?

El axolotl nunca dejar de ser él mismo, y, de ser, al mismo tiempo, muchas otras cosas, atribuidas por nuestra curiosidad, imaginación o nuestro deseo de apropiarnos de significados. Sabino Guisu ha colocado una reflexión simbólica sobre el espacio. Sin embargo, es al espectador al que corresponde completar el rompecabezas o hacerse las preguntas pertinentes.

Es posible que quien mire esta pieza-instalación se detenga por un instante y se pregunte sobre su propio hacer, frente al reflejo del agua y de los animales y del breve y acotado espacio que aún existe para la mitología. Uno pensaría en que, justo a punto del colapso del agua potable en diversas zonas de nuestro país, no sería esta una invitación para transformar el entorno, para transformarnos a nosotros mismos. 

LSN