HISTORIAS DE LA CDMX

Entre Santa y los Reyes Magos: la romería en la Ciudad de México

Ante la oportunidad de pedirle sus obsequios en persona a los Reyes Magos o Santa Claus, los capitalinos no lo dudan: acuden a las romerías

CULTURA

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En las modernas romerías, los juegos mecánicos y los personajes actuales tienen una gran relevancia.Créditos: X / Alcaldía Cuauhtémoc

Aunque la palabra romería se refiere tradicionalmente a los peregrinos que acudían a Roma en busca de una bendición papal, en la actualidad se aplica a esos festejos que se hacen en las fiestas patronales.

Allí, entre la algarabía del ponche y los buñuelos, la gente celebra algo más que alguna tradición religiosa: se permite descansar un poco de lo eterno cotidiano y se dedica a disfrutar de algo diferente.

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Los que nacimos y crecimos en el centro de la Ciudad de México tenemos otra acepción: romería implica una visita a los Reyes Magos, quienes eran los encargados habituales de los regalos hasta la década de los 90, antes de que Santa se hiciera popular nacionalmente.

Entre elefantes y caballos de fibra de vidrio, señores con la cara pintada de negro y señores con barbas falsísimas, los niños disfrutábamos de la ilusión, siempre mezclada con amenaza si no nos portábamos bien. Así eran nuestras romerías.

Del Medio Oriente a la Alameda Central

Durante décadas, el punto en el que se abría un portal entre el Medio Oriente y el entonces Distrito Federal, eran los alrededores de la Alameda Central, alrededor del templo de San Diego, las plazas José Martí y de la Solidaridad, para ser precisos. Allí, entre algodones de azúcar y luces de colores, miles de niños caían ante el encanto de la temporada.

Comúnmente, las romerías comenzaban en la segunda semana de diciembre, casi siempre emparejadas con las primeras posadas, y se quitaban pasado el día de Reyes, cuando sus majestades volvían a sus palacios de Oriente… y, en algunos casos, en rumbos más cercanos.

La antigua romería de la Alameda Central llegaba incluso al Hemiciclo a Juárez. Foto: Wordpress / Vida de Peatón

La transacción era simple: el adulto responsable pagaba por una Polaroid más o menos desvaída, tomada con una enorme cámara, mientras que uno elegía la montura preferida: en mi caso, casi siempre era el caballo.

Luego era la recomendación de siempre: desde el cinturón de Orión estamos vigilando, no vale solo portarte bien ahorita, debe ser todo el año. Luego era pasear por la Plaza de la Solidaridad, comer buñuelos y esperar a que, esta vez sí, los regalos prometidos llegaran la víspera del 6 de enero.

De la Alameda Central a la Alcaldía Cuauhtémoc

La vida cambia y, desde la promulgación de una ley que reglamenta la realización de romerías tradicionales en mercados, plazas e iglesias de la Ciudad de México, algunas cosas cambiaron en la verbena popular.

La romería en la explanada de la Alcaldía Cuauhtémoc sigue reuniendo a miles de personas. Foto: X / Alcaldía Cuauhtémoc

En 2012, una profunda obra de remodelación de la Alameda Central provocó que la antigua verbena fuera desplegada en un nuevo espacio, a unos cuantos kilómetros de su sitio original: la explanada de la entonces Delegación Cuauhtémoc y sus calles aledañas.

Pero aunque cambie la sede, el sentimiento permanece invariable: hasta allí se trasladaron los juegos mecánicos, los ricos antojitos y las siempre solicitadas cabinas de fotos, donde por algunos pesos, los niños pueden ver a los protagonistas de la temporada.

Algo que sí ha cambiado son las fotos: si antes los protagonistas se teñían la cara de negro, ahora hay personas originarias de distintas partes del mundo; actualmente las fotos se complementan con los personajes de novedad de las caricaturas y las películas más recientes. Las fotos de mi infancia, qué curioso, se pueden tomar en las cabinas de fotos vintage.