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RELATOS HISTÓRICOS

Adrián Curiel desmonta estereotipos en ucronía vikinga

El escritor mexicano plantea en su obra la posibilidad de que las tribus nórdicas se quedaran en América, después de su llegada a través de Groenlandia

CULTURA

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En una charla en la Universidad de Yucatán, Adrián descubrió que numerosos jóvenes poseen una perspectiva errónea en torno a los vikingosCréditos: Especial

Tachados de feroces y “ciegamente brutales”, los vikingos siempre han sufrido de estereotipos: “incluso, el detalle de que sus cascos tuvieron cuernos es una invención del romanticismo literario, ellos en realidad usaban cascos desprovistos de cuernos”, dice el escritor Adrián Curiel Rivera (Ciudad de México, 1969).

Autor de seis novelas y varios libros de cuentos, Curiel echa mano de la imaginación y la historia para presentar una versión “más humana” de estos pueblos guerreros; además, con ayuda de la ucronía, en “Vikingos” (Lectorum, 2022) presenta a las tribus nórdicas como los verdaderos descubridores de América y plantea la posibilidad de que nunca dejaron ese territorio.

“A raíz de una charla que di en la Universidad de Yucatán sobre los vikingos noté que había un gran interés de los jóvenes por el tema, que había algún conocimiento que obtenían a través de episodios, de series televisivas, de películas, pero muchas de ellas son hollywoodenses y aparecen los vikingos con otros personajes que no tienen nada que ver con su cultura y su filosofía, como Hulk”, señala.

La parafernalia de la pantalla grande, y ahora también de las series que se transmiten vía streaming, han marcado a estas tribus guerreras. “Lo que vemos en las series de Netflix, algunas magníficas, o en los cómics, en las versiones de Hollywood, es que fueron unos pueblos feroces, ciegamente brutales que arrasaban con todo lo que encontraban a su camino, pero eso dista mucho de la realidad histórica”.

El autor mexicano replantea la trayectoria de los vikingos a través de su obra
FOTO: Especial

Ucronía vikinga

El autor utiliza un episodio histórico y plantea su historia como parte de otra ya conocida: La saga de los groenlandeses y de Eirik el Rojo, una serie de relatos orales que monjes irlandés recuperaron en el siglo XIII. La base del relato es la llegada de una partida de noruegos, primero a Groenlandia y luego al norte de América, en lo que hoy se conoce como la Isla de Terranova, en el norte de Canadá.

“Es un episodio histórico del que se habla muy poco, pero que tuvo una significación muy importante en términos del descubrimiento de la tecnología marítima de estos pueblos; en términos literarios utilizo lo que se llama las posibilidades de la ucronía: ¿qué hubiera pasado si los vikingos se hubieran quedado en nuestro continente en lugar de marcharse?”, plantea.

A su llegada a territorio americano, los vikingos fundaron una colonia llamada Vinlandia que ha cobrado dimensiones míticas: según los relatos “era un lugar en donde se daba la uva de manera espontánea, donde el vino era extraordinario y bastaba estirar un brazo para pescar los salmones que abundaban en los ríos, entonces ¿por qué decidieron irse?”.

Las razones parecen no tener explicación, pero aquel lugar idílico sirve al escritor para plantear su permanencia en América y encaja perfectamente con la idea de una civilización avanzada. La saga de los groenlandeses contiene un mensaje catequizador, en esos relatos, los vikingos dejan de ser paganos y se convierten en buenos cristianos: “Me pareció un justo homenaje a estos pueblos escribir una tercera saga acerca del mismo episodio, pero donde los vikingos fueran siempre paganos y no hubiera este mensaje moralizador”, dice.

Lo que si hace Curiel es presentarlos en una dimensión más justa y humana: “Es interesante entender que eran pueblos muy desarrollados en cuanto a sus capacidades de exploración, sus capacidades marítimas, muy buenos comerciantes, pero también muy demócratas, con sus salvedades, tenían por ejemplo la Ley del Talión, el ojo por ojo, diente por diente”.

Los vikingos “tenían instituciones absolutamente modernas, incluso para nuestros criterios contemporáneos: había una asamblea deliberativa, el gulatinge; las mujeres, en una política pública que hoy nos parecería feminista y de vanguardia, podían repudiar unilateralmente al marido si se sentían maltratadas o no eran felices”.

Pero además, eran dueños de “un espíritu libertario, ese espíritu de descubrimiento de nuevas tierras, eran excelentes navegante y excelentes comerciantes y tenían códigos de honor que eran muy respetados, aún siendo pueblos que eran tan sanguinarios, tan belicosos, tan aterrorizantes, hay muchos cosas con las que nos podemos identificar como sociedad". 

De alguna forma, agrega, "los vikingos siguen siendo un espejo y nos demuestran que en muchas cosas estamos mucho más atrasados que ellos siendo pueblos del medievo, siendo pueblos que en teoría ahora consideraríamos salvajes”.

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