Gabriela Ortiz se convirtió es martes en la cuarta representante de la música en El Colegio Nacional, en la primera mujer que ingresa al área de Artes y Letras, y en la octava mujer en ser miembro de la institución. “Su llegada marca un hito decisivo y anticipa las necesarias transformaciones de este espacio de la ciencia y de la cultura”, indicó Juan Villoro, presidente en turno.
En su discurso, Ortiz, quien cuenta con más de 28 grabaciones en discos compactos y DVDs de los cuales cuatro son discos monográficos dedicados a su obra, explicó que en los últimos años ha reflexionado sobre la idea de priorizar mucho más ciertos problemas éticos que problemas estéticos. “¿Para quién trabajo, por qué hago lo que hago?, ¿cómo reconocerme en mi propio entorno? Y, a partir de ahí, ¿cómo reconocemos el territorio que habitamos en el mundo? Desde mi trabajo creativo, ¿cómo puedo contribuir a generar cambios en los temas que me son significativos?”, señaló.
Además, añadió que el arte es un ser vivo que nos observa, nos exige y nos muestra lo mejor y lo peor de la sociedad a la que pertenecemos. De ahí que, dijo, siempre ha abogado por colaborar y abrir puentes a las expresiones artísticas más diversas. “El arte es esa expresión sublime que irradia profundidad, reflexión, filosofía, belleza, abstracción. Ahí se encuentra la música, nuestro máximo logro como especie”, indicó.
La compositora, que ha sido docente de la Facultad de Música de la UNAM, explicó que dedicarse a la música ha sido una forma de entender el mundo, de sentirse libre sin limitaciones formales, pero con otro tipo de responsabilidades. “Quizá por eso mi obra difícilmente encaja en una estética musical pura y restringida, pues navega entre la alta cultura y la cultura popular sin negar un compromiso social y sin depender de él tampoco”, señaló.
El arte seguirá siendo infinito
Ortiz, quien ha colaborado con destacados directores y solistas de varios países como Gustavo Dudamel, Joan Falleta, Dawn Upshaw, Sarah Leonard, John Adams, sostuvo que cree en la vida, más que en nada. “La voluntad de vivir es la fuerza poderosa más imaginable, de esa necesidad vital surge también la esencia misma del arte, qué es hacer arte y, en mi caso, escribir música. el arte seguirá siendo infinito, siempre lo hemos necesitado porque es un derecho y no un privilegio”, indicó.
En respuesta, Villoro explicó que Ortiz ejerce “el misterioso e inagotable oficio que comienza con una clave de Sol y que Mario Lavista definió como una verdad que no puede ser dicha, sólo puede ser escuchada”.
La lección inaugural cerró con un concierto que llevó por título Altares, cuyo programa reunió tres composiciones de su autoría dedicadas a grandes figuras como Mario Lavista, Luis Barragán, Jesusa Palancares. La ejecución del programa estuvo a cargo de Alejandro Escuer (flauta), Carla López Speziale (mezzosoprano), Edith Ruiz (piano) y el Cuarteto de Cuerdas José White.
dhfm
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