LITERATURA UNIVERSAL

El Principito y el amargo final de la novela de Antoine de Saint-Exupéry

Pese a que muchos lo recuerdan con cariño, el libro cuenta con una de las conclusiones más amargas en la literatura

CULTURA

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Esta novela corta es la más famosa del autorCréditos: Especial

Antoine de Saint-Exupéry, pilotó incontables veces su avión por los cielos y escribió varios libros y cientos de reportajes; sin embargo, la razón por la que será recordado a lo largo de las décadas es por una creación que tocó el alma de millones de personas a lo largo de todo el mundo El Principito. 

Este año se cumplieron 78 años de la última vez que el autor fue visto por última vez, pero aún se sigue hablando de esta novela corta que se publicó el 6 de abril de 1943 y se ha traducido en 180 lenguas a día de hoy. 

Pese a ser una de las obras más añoradas por los lectores que inclinan la nariz para hacerse seducir con la sencilla escritura del actor, pocos perciben la verdadera naturaleza del final de la historia del joven que llega a la Tierra desde un asteroide y entabla una amistad con un humano. 

Antoine de Saint-Exupéry creó una de las obras más aclamadas de la literatura.

El antecedente para un final amargo

Desde el principio, El Principito prepara a las personas que lo leen a una conclusión lejos de lo feliz. En ella habla de un niño de seis años que pasa la vida incomprendido por su manera de plasmar y entender la realidad.

El dibujo del elefante dentro de la boa habla y cómo este es confundido con un sombrero marca la forma en la que una ilusión o un sueño se pierde por las críticas que hay por parte de los demás.

Si bien el narrador pudo desarrollarse como piloto, una profesión que le brindó la oportunidad de viajar a lo largo de todo el mundo, se quedó sin poder conocer lo que quizá fue su primera pasión: el dibujo. 

"Debí, pues, elegir otro oficio y aprendi´ a pilotar aviones. Volé un poco por todo el mundo", dice el libro en una de sus primeras páginas.

Este es el primer intento del piloto para dibujar.

Pese a que siguió utilizando la imagen del elefante como un filtro para reconocer a la gente con imaginación o con un pensamiento fuera de lo habitual, el papel y el lápiz dejaron de ser una constante en su vida, al menos para plasmar de forma artística lo que vio durante sus viajes. 

El personaje que narra esta historia habla de la resignación de haberse dejado absorber por el mundo de los adultos y asegura no estar conforme con la mayoría de ellos, ni con la forma en la que viven sus días. 

"Entonces no le hablaba ni de serpientes boas, ni de bosques vírgenes, ni de estrellas. Me ponía a su altura. Le hablaba de bridge, de golf, de política y de corbatas. Y la persona grande se quedaba muy satisfecha de haber conocido a un hombre tan razonable", dice el libro.

El pequeño monarca viajaba en un asteriode.

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El recuerdo que quedó en las páginas

Después de encontrarse con el principito y explicar que los adultos requieren pruebas de todo para creer que algo existe o pasó, el piloto habla sobre la razón que lo llevó a escribir el libro. En él, relata que el joven proveniente del asteroide B 612 no ha sido visto desde hace seis años. 

Incluso, momentos antes dice que la última vez que se tuvo encuentro con este cuerpo celeste y un telescopio fue en 1909, mientras que, si se toma en cuenta el tiempo de publicación dentro del universo creado por De Saint-Exupéry, se podría decir que la historia de El Principito ocurrió en 1937, por lo que le será casi imposible volver a ver a su amigo. 

Apela también a que comenzó a crear esta obra a fin de no olvidar a su amigo, lo cual también explica por qué la acompaña de sus intentos por plasmar gráficamente el aspecto de todo lo relacionado con su encuentro. 

"Es penoso retomar el dibujo, a mi edad, cuando no se ha hecho más tentativas que la de la boa cerrada y la de la boa abierta, a la edad de seis años. Trataré, por cierto, de hacer los retratos lo más parecidos posible. Pero no estoy del todo seguro de lograrlo", escribe el autor.

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El triste final

A unas páginas de la conclusión de esta historia, el piloto intuye que la charla que tiene con el pequeño monarca llegará a su fin próximamente. Después de ser mordido por una serpiente venenosa, él le cuenta que su estrella se encontrará justo en el punto donde cayó un año antes, por lo que deberá regresar. 

Le comenta que no habrá forma en la que reconozca su asteroide en el cielo, debido a su tamaño, por lo que le consuela que cada vez que eleve la vista sus ojos no se encontrarán por él, pero sabrá que seguirá rondando el universo en alguna de esas direcciones. 

"Y tus amigos se asombrarán al verte reír mirando el cielo. Entonces les dirás: «Sí, las estrellas siempre me hacen reír» , y ellos te creerán loco. Te habré hecho una muy mala jugada...", dice el libro.

El principito alerta al narrador sobre lo que sigue al pedirle que se aleje de él, pues parecerá que está muriendo. Al final, el personaje cae en la arena sin hacer ruido durante la noche. El piloto está seguro de que su amigo no murió, debido a que no encontró su cuerpo.

Esta representación es la última que realiza el autor.

Al final, el escritor deja entre líneas un hecho que puede romper incluso al corazón más duro. En ellas, el piloto pide que los niños del mundo observen su último dibujo para que en caso de que se encuentren en la zona acudan a hallar a el principito y así le puedan decir si se encuentra bien. 

Es importante que la petición sea sugerida a los menores de edad, debido a que no incluye datos o cualquier elemento que permita hacer identificable la escena. Solamente los pequeños ven el mundo con la misma intención que tuvo él al dibujarlo.

Sin embargo, al no saber dibujar, el narrador de esta historia no pudo volver a encontrar el punto de reunión, por lo que jamás se enteró si el cordero se comió a la rosa, si el monarca regresó con bien o siquiera se encuentra con vida. Lo más triste del asunto es que si no hubiera oído a los adultos que lo convencieron a dejar su sueño de dedicarse a plasmar lo que ve en la hoja, posiblemente hubiera vuelto a ver al principito. 

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