CULTURA

Aksenti, tres décadas de música y danza

La compañía celebra su aniversario en el Palacio de Bellas Artes, el 16 de agosto

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“Huellas D1 HISTORIA” está integrado por cuatro obras de repertorio simbólicas para la compañíaCréditos: Especial

Aksenti Danza Contemporánea nació en 1992, tras ganar el Premio de Danza INBA-UAM, que, desde los años 80, es el más importante en su género. De la mano de Duane Cochran, la compañía ha destacado por su lenguaje, propuesta estética y construcción sonora. Para celebrar su 30 aniversario presenta el programa “Huellas D1 HISTORIA”, el martes 16 de agosto a las 20:00 horas en el Palacio de Bellas Artes.

En los años 80, recuerda, surgieron los grupos conformados por los bailarines de las grandes compañías como Ballet Teatro del Espacio y Ballet Nacional y Ballet Independientes. En los 90, surge el boom de la danza contemporánea.

“Había mucha libertad y creación, éramos muchísimos, fue impresionante. La gran mayoría se fue quedando en el camino porque mantener una agrupación es muy difícil. Nosotros lo hemos logrado porque mi convicción es firme, yo no sabía que quería bailar, ni que quería hacer coreografías, pero cuando ganamos el premio, por la obra ‘Lazos’, pensé en que ya no quitaría el dedo del renglón. Llegar a los 30 años ha sido una lucha constante”, dice Cochran, pianista, bailarín y coreógrafo originario de Detroit, Michigan.

El artista inició sus estudios de danza en la Cass Technical High School en su ciudad natal, pero su formación musical le ha brindado una visión única del movimiento. “Desde que era niño, cuando tocaba, veía bailarines. La música ha sido fundamental para mí y para mi proceso creativo”, explica.

“Huellas D1 HISTORIA” está integrado por cuatro obras de repertorio simbólicas para la compañía, pues han tenido un significado especial en su momento de creación: Down Under (2009), con música del maestro Mario Lavista; El cartero (1995), Arrullo (1992) y Ku-Ka-Llimoku (1996), que fue una obra encargada por el Ballet Independiente para la clausura del Homenaje Nacional a Guillermina Bravo.

“En su momento, tenían un significado muy fuerte, por casualidad, tres de ellas son de los 90. Me gusta que hablan de un mundo que no hace mucho nos era común, por ejemplo, escribir cartas, ya nadie lo hace. En los 90, con el VIH, vivimos una pandemia brutal, que nos sacudió, amigos míos y seres queridos para mí, murieron; yo no quería saber ya nada, pero me dediqué a cuidar mi cuerpo, a ponerme en forma a través del arte y pensé en podía ver en el teatro el nacimiento de una criatura hecha por mí”, cuenta.

Y agrega: “Treinta años después vivimos otra pandemia que ha sido una montaña rusa de sentimientos, pero tengo más de 60 años y las cosas se miran de otras maneras. Lo que sigo pensando es que el arte nos salva, como el aire que respiramos”.