YS: Filogonio, ¿cómo surgió la idea de hacer este bestiario?
FN: Horacio me hizo la invitación para colaborar en esta coedición, en el taller de Emiliano Gironella, en donde empecé a hacer monotipos a partir de los personajes a los que siempre he aludido en mi trabajo. Hablo de los animales o seres fantásticos, del animal y de la fusión con el hombre, de los nahuales. Fue como interactuar con el paisaje onírico desde la cosmovisión mazateca a la que pertenezco, para generar estos animales. Así es como creé estos nahuales, que les llamo yo, o seres fantásticos.
Emiliano invitó a otros artistas a colaborar, a hacer una carpeta de trabajo y le llamó Bestiario.
Es importante participar con diferentes artistas, trabajar en equipo, entre dos o cuatro, esa, creo, es la parte interesante: interactuar con los otros, desde tu trabajo.
Me gusta el monotipo, es muy pictórico. Puedes jugar, puedes manchar, puedes hacerlo con diferentes texturas, y, también dialogar con las líneas de otro artista, eso ha sido especial, que puedes crear en pareja o en equipo; somos dos visiones trabajando, como se dice, al a limón. La pieza en conjunto es la parte atractiva, dialoga con la forma de plasmar de uno de los creadores y con la forma del otro, de ti mismo.
YS: ¿Puedes hablarme sobre los seres que pintas?
FN: En la filosofía, o en la cosmovisión mazateca, se hacen lecturas de la mente para ver más allá de la realidad, el futuro o el pasado. Todos se disfrazan de animales, es una lectura de animales que te va guiando. Es como si descifraras un código. Cuando entras en el trance del ritual es un viaje constante, porque estás ahí y todo se va descifrando a través de los animales; es como un códice.
Esta serie que hicimos hablaba de la bestia. Son bestias porque, finalmente, el hombre ya sobrepasó al animal racional. Dejé de hacer retratos y hombres, y empecé a hacer puros animales; luego me metí un poco a la filosofía mazateca ancestral. En este proyecto hice seres fantásticos, nahuales, aquí se les llamó bestias.
YS: Por ejemplo, tu pseudónimo, que es Naxín, significa “caballo”, ¿no?
FN: Es “caballo” y es el diminutivo de “venadito”. Como en México no existían los caballos, se le llamó “venaditos”.
YS: ¿Cómo elegiste este nombre?
FN: Yo aprendí el ajedrez visualmente, y, cuando lo entendí, reté a mis compañeros; me gustó el caballo. Así es como sucedió que me nombrara Naxín, desde la secundaria. Naxín se conectó conmigo. Además, todos mis trabajos tienen palabras en mazateco.
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