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Mente Mujer: Elisa Carrillo, la bailarina mexicana que ha triunfado por el mundo

Contrario a lo que sus maestros le decían de pequeña, Elisa Carrillo se aferró a su pasión, lo que la llevó a convertirse en la primera bailarina del Staatsballet Berlín

CULTURA

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En octubre de este 2022, cumplirá 41 añosCréditos: Cortesía/EHDM

La bailarina de ballet mexicana Elisa Carrillo, es contundente: Tener talento “nunca será suficiente”. Podrás nacer y contar con todas las aptitudes físicas, pero debes ser dedicado, tener disciplina, tener esa exigencia diaria contigo mismo; de lo contrario difícilmente alcanzarás cualquier meta. 

En la danza clásica, opina, tienes que entregarte a fondo y con enorme pasión. Con una tenacidad y persistencia que te permitan alcanzar los logros que quieras.  

En octubre de este 2022, Elisa Carrillo Cabrera cumplirá 41 años (Foto: Cortesía)

Elisa Carrillo, es la bailarina de danza clásica más grande que ha tenido México. En 2019 fue premiada con el “Prix Benois de la Danse”, el galardón más importante para la danza y la coreografía de los cinco continentes.

También ganó el premio “Alma de la Danza”, otorgado por el Ministerio de Cultura de Rusia; y el “Dance Open”, del Festival Internacional de San Petesburgo. Hoy es la primera bailarina del Saatsballet Berlín (Ballet Estatal de Berlín), una de las 10 compañías más importantes del mundo.

(Foto: Carlos Quezada)

En entrevista para Heraldo Media Group, revela que pocas veces (al año) cuenta con un fin de semana libre. Ensaya entre ocho y 10 horas diarias, de lunes a sábado. “Esto es de mucha dedicación”, explica, “y cuando tengo que preparar algo para un viaje, o una gala en especial, entonces también ensayo en mis descansos”.

En octubre de este 2022, cumplirá 41 años. En cualquier puesta en escena en la que se le observe, la elegancia y precisión de sus movimientos, a la par de su cabello negro y tez morena, la hacen deslumbrante. 

Para su edad -hay que decirlo- cuenta con una silueta envidiable. Espigada, alta, con un tono muscular que contiene tanto la fuerza de la madera como la ligereza de una mariposa.

(Foto: Yan Revazov)

A los 14 años, obtuvo el primer lugar en el Concurso Nacional de Danza Infantil y Juvenil, y con esto, obtuvo una beca en la English National Ballet School, de Londres, Inglaterra. 

Sonríe cuando recuerda que al ganar esta beca, lo único que quería era lograr su sueño. “Me fui super emocionada. Pero ya estando allá sola, sintiendo la diferencia de las tradiciones de la cultura, del idioma, sí hubo momentos muy difíciles”.

Un día “le hablé a mis papás. Les comenté que me quería regresar a México (..) que me sentía muy sola”. Sus papás le contestaron que se regresara si ella quería. Sin embargo, remarca, ambos fueron claros. “Me dijeron: sólo recuerda que ese sueño, donde tú estás ahorita, se va a terminar”.

Recuerda también que su piel morena propició en ella cierta inseguridad durante sus primeros años en Europa. Esto, tras un comentario fijado en su memoria desde cuando ella era una niña.  Fue un maestro mexicano, revela. “Yo era muy chiquita”. Traía puesto un tutú blanco para un ensayo. “Y claro que mi piel resaltaba mucho con ese vestuario”, acota.

El maestro decía que las bailarinas eran de piel muy blanca, explica. Esto la hizo sentir en desventaja. “De cierta manera sí llegué a sentirme menos”, por algún tiempo, reflexiona.

(Foto: Carlos Quezada)

Hoy en día, Elisa vive en Alemania. Es mamá de una nena llamada Maya. Está casada con Mikhail Kaniskin. Ambos son: primera y primer bailarines del Ballet Estatal de Berlín . 

Para convertirse en la bailarina de talla mundial que hoy es, tuvieron que pasar años de entrenamiento y también de abrazar al dolor físico. 

“El dolor, digamos que es parte de nuestra vida”. Explica que el ballet se basa en ejercitar el cuerpo todos los días. En ensayar coreografías, en estiramientos. Y al repetir tantas veces puede haber momentos que esto te cause dolor. 

Las mujeres al ensayar con zapatillas de puntas, “tienes dolor en las uñas, claro que te salen ampollas, pero es parte del proceso”. 

Cuando ella tenía 18 años, Reid Anderson, entonces director del Ballet de Stuttgart, llegó a la English National Ballet School, en Londres, para invitarla a audicionar. Fiel a su perseverancia estuvo a prueba un año, hasta que en el año 2000, firmó su primer contrato.

Transcurrieron cuatro años para que Elisa se convirtiera en solista secundaria; y un año más para alcanzar el grado de: solista principal.

(Foto: Bettina Stoes)

Minutos antes de entrar al escenario, pone en marcha un ritual con toque mexicano. Al llegar al teatro, “respiro, cierro los ojos, me lo imagino. Siempre me persigno, tengo a mi Virgen y a mis santitos que me cuidan; es todo un ritual que hago siempre”.

Cuenta que el reto más difícil de su vida fue cuando Vladimir Malajhov, director artístico del Ballet Estatal de Berlín, los invitó a ella y a su ahora esposo, a integrarse a esta compañía. Esto para ella fue un parteaguas porque tendría que dejar Stuttgar, en la cúspide de su carrera siendo ya primera bailarina.  Además de que ella y su pareja habían planeado casarse ese mismo verano. 

Ambos viajaron a Berlín para buscar dónde vivir, pero también se dieron el tiempo para ver una función del Ballet Estatal. Elisa quedó sorprendida por el nivel de los bailarines en escena. Fue tanto su asombro que el miedo la paralizó. Ya no quería quedarse “porque tenía mucho miedo”, reconoce.

“Era miedo de no poder tener un futuro. De no poder llegar al punto en donde yo ya estaba en Stuttgart” tras ocho años de trabajo. Fue un momento de extrema confusión, porque tampoco quería abandonar a su pareja.

“Yo no quería que él se fuera”. Y es que no era sólo perder una gran oportunidad. “Para mí era también perder al amor de mi vida, mi fuerza, la familia que había construido con él”.

Y así vino una profunda reflexión. Dice que de qué le servía quedarse en Stuttgart y mantener su éxito. “Bailar grandes cosas, si al final iba a estar sola. No iba a tener a quién compartírselo”. Y entonces tomó la gran decisión.  “Decidí irme con él y dar el paso”. 

En 2007, se incorporó al Ballet Estatal de Berlín, con una categoría menor: solista Secundaria. Debía ganarse su lugar nuevamente.  Transcurrieron dos años para ser la solista principal; y en 2019, fue condecorada con el Prix Benois de la Danse , el premio más importante que reconoce a bailarines, coreógrafos y compositores en todo el mundo.

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