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“La violencia no da espacio para el optimismo”: Jorge Volpi

El escritor lanza la novela “Partes de guerra”, en la que aborda temas como el crimen organizado, la migración y el feminicidio

CULTURA

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El escritor lanza la novela “Partes de guerra”, en la que aborda temas como el crimen organizado, la migración y el feminicidio Créditos: Arte: Christian Chacón

¿Por qué un niño puede matar a otro niño?, ¿por qué los adolescentes pueden ser víctimas y verdugos? Encontrar las respuestas se convirtió en una obsesión para Jorge Volpi, sobre todo en un país en donde, dice, no hay justicia, ni reparación de daño, y el horror de la violencia cotidiana, en todos sus niveles, no deja margen para el optimismo.

Tras escribir “Las elegidas”, que narra el tráfico de mujeres en Tlaxcala, y “Una novela criminal”, sobre el caso de Florence Cassez, en una suerte de cierra de una trilogía involuntaria publica “Partes de guerra” (Alfaguara, 2022) protagonizada por dos neurocientíficos que se adentran en la frontera sur de México para tratar de encontrar explicaciones al asesinato de una chica de 14 años, a manos de dos jóvenes de su misma edad.

“El origen de la violencia es mi propia obsesión trasladada a los protagonistas del libro, especialmente a los neurocientíficos y, sobre todo, a la narradora; para entender las causas de la violencia, están los lugares comunes, más toda esta serie de factores como los sociales, los individuales, los que tiene que ver con la propia estructura neurológica de cada uno de estos niños, más las condiciones particulares de esa zona del país, que en este caso es el sur de México. ¿De dónde viene la violencia?, como si fuera posible, racionalmente, el tratar de llegar a una explicación. Creo que hay respuestas distintas, ninguna es satisfactoria, pero van arrojando luz sobre zonas distintas de dónde podría venir una violencia tan terrible como esta, de unos niños y adolescentes asesinando a otros niños, que es lo que nos parecería un extremo. En realidad, lo que estamos viviendo ocurre desde hace mucho tiempo en México, una violencia constante, permanente, brutal”, dice en entrevista.

La violencia, añade, está normalizada. En 2006, con Felipe Calderón, asegura, todos los días había un recuento de víctimas, se informaba de 15, 30, hasta llegar a un saldo de 43. Desde la época de Peña Nieto eso ya casi no se da porque ya no importa, el número deshumanizaba a las víctimas.

“Ahora ya ni siquiera importa el número, no sabemos cuántas víctimas hay realmente de la violencia vinculada con el crimen organizado y con la acción del Estado, ¿son 250 mil víctimas?, ¿cuántos desaparecidos? Hay quien dice 90 mil, pero no parece importar, no está en el centro del discurso político en ninguna medida, en la polarización extrema que vivimos no es el tema central, está ahí, nada más, sólo está ahí, pero cada cierto tiempo, cada semana, cada mes, hay un caso mediático que atrae la atención, provoca toda la indignación y todo lo que ahora estamos viendo con Debanhi Escobar, pero la verdad es que es una constante y, otra vez, se apaga el caso, y volvemos a caer en otro caso”, lamenta.

Y añade: ¿Cómo mirar el dolor de los otros y cómo, a veces, eso se vuelve imposible, en medio de la instrumentalización mediática y las redes sociales? El caso de Debanhi lo vi a la distancia porque ahora vivo en España y lo que se percibe es eso, la instrumentalización mediática y de redes sociales. Desde que escribí Una novela Criminal este ha sido un tema que me ocupa, no hay una sola investigación en todos estos casos que sea correcta. Esto, en el fondo, es lo más terrible”.

En el 2000, con el cambio democrático, se pensó que por fin habría justicia en México, pero la realidad se impone y, advierte, “no hay justicia para nadie en este país”.

“Seguimos con cifras de 0.4 por ciento de casos resueltos de los que se denuncian, todas las investigaciones están mal hechas, nunca son profesionales y eso provoca que siempre haya dudas y, por lo tanto, nunca se puede saber la verdad. No hay justicia, no hay verdad, no hay reparación, no hay garantías de no repetición, no hay nada.  Es un asunto del sistema. A ninguno de los gobernantes que hemos tenido, ya de todos los partidos, les ha importado cambiar el sistema de justicia. No soy optimista, no veo ningún motivo para el optimismo”.

Volpi cuenta que lo que quería es, sobre todo, es retratar las múltiples guerras que percibe en el país, es decir, las violencias que son derivadas de la desigualdad, el crimen organizado, la migración; así como la violencia de género y la intrafamiliar, que en los últimos años son más visibles.

Otro tema de su interés es la frontera sur: “En el relato mexicano somos las víctimas de Estados Unidos, pero en el sur somos los victimarios, hemos hecho una frontera horrible. La manera en como estamos tratando a los migrantes es terrible y es prácticamente desconocida en el imaginario mexicano. Fui a la frontera Corozal, no me imaginaba cómo era hasta que lo vi, es una frontera permeable e invisible, es un río con pocas guardias fronterizas, es la ruta del tráfico de drogas y de violencias”.

 

FOTOS ANTONIO NAVA

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