Benito Juárez se planteó durante una noche si debía o no fusilar a Maximiliano de Habsburgo. A partir de un ejercicio dramatúrgico, Silvia Ortega Vettoretti propone Lo que el viento a Juárez, una obra sobre aquél hipotético momento en que el presidente debatió sus tribulaciones éticas y morales.
“Quería provocar un diálogo sobre quién es la figura de Juárez más allá de lo que conocemos. Hay muchos mitos, leyendas y hasta teorías de la conspiración alrededor de él. Es un personaje que levanta ámpula, hay quienes lo odian, incluso puedes encontrar páginas en internet de odio hacia su figura. Esta división la tenemos desde la guerra de los liberales contra los conservadores, una batalla que a la fecha no hemos podido resolver”, dice la dramaturga y directora de escena del montaje que se presenta los viernes en el Foro La Gruta.
La pieza retoma la historia oficial, leyendas, bifurcaciones —y hasta las antiguas teorías de conspiración— para deconstruir el pensamiento político de Benito Juárez y el momento histórico que vivió. Se trata de un ejercicio escénico que construye un teatro entrañable con personajes que habitan paradojas, al tiempo que generan relaciones contradictorias y disfuncionales.
“Quise ponerme en la mitad de los dos pensamientos extremos y provocar así un debate a partir de que Juárez toma la decisión de fusilar a Maximiliano de Habsburgo, propongo estar en el momento en el que Juárez todavía tiene la posibilidad de indultarlo”, añade.
La figura de Juárez, advierte, ha sido usada por los políticos, pero su obra está desprovista de esa intención. “A nuestra historia le han hecho mucha falta los ejercicios de imaginación para poner a los símbolos a dialogar con el presente; nuestra historia está muy tomada por la clase política, no nos han dejado jugar”, dice la dramaturga.
CAR