ARTES

"Después del amor, la vida sigue": Gastón García Marinozzi

El escritor argentino presenta en su más reciente novela "Los lugares verdaderos", la historia de una pareja que decide anunciar su divorcia en la noche de Navidad

CULTURA

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LETRAS. Ha incursionado en teatro, ensayo y crónicaCréditos: Cortesía Atonatiuh S. Bracho

Pedro y Ana han decidido separarse después de varios años de casados. En la noche de navidad van a comunicarlo a su grupo de amigos. Los lugares verdaderos, de Gastón García Marinozzi (Alfaguara, 2022) es la historia del último día de esta pareja que terminará por tomar rumbos distintos.

“Los lectores me han dicho que no es una novela sobre el fin del amor, sino de un amor que se transforma, que se convierte en otra cosa. Pensé en el duelo que implica una separación, la muerte genera un duelo, pero alejarse del amor también te lleva a un duelo, quizá más luminoso. A veces hay que atravesar lugares ásperos y dolorosos para encontrar cierto sosiego, al otro día amanece y la vida se dispone. No pretendo minimizar una separación de la gente que amamos, pero es comprender que la vida cambia y que padecemos circunstancias que nos sofocan y nos hacen pensar que no sobreviviremos”, dice en entrevista.

Portada del libro (Foto: Cortesía)

A lo largo de la novela se van planteando los dilemas que han vivido como matrimonio, así como esas pequeñas circunstancias, a veces imperceptibles, como la lectura de un libro, que quedan en la memoria como el único lugar verdadero de un amor emocional que ya no existe más.

“Hemos sido criados bajo una cultura popular de desamor con todas esas canciones de desgarro. El título lo robo de Moby Dick cuando dice que los lugares verdaderos no están en los mapas, me pregunto en dónde está lo verdadero de cada uno de nosotros y creo que están en esas cosas íntimas e ínfimas, esos momentos que compartes con la gente que amas”, explica.

A lo largo de un día, las amistades brindan una mirada distinta de lo que es la pareja que está a punto de separarse, pero son las propias voces de los personajes los que develan, poco a poco, los hilos que los mantenían juntos y las crisis personales que cada uno enfrentaba, como la crisis de los 40 años.

“El amor romántico, me parece, ha ido cambiando. Hay ahora un movimiento que ha quitando esas estructuras, yo, a los 48 años, me siento en una generación bisagra. La mirada está más centrada en Pedro porque quería hablar del deseo que él tiene todo el tiempo, quería abordar la masculinidad contemporánea que está perdida entre las dudas y el miedo; pero con Ana las cosas se ven más claras, es decir, sabemos más qué será de ella en su futuro inmediato que de él. En el centro, me parece, es que la vida continúa, sigue. Quería contar el fin de una historia de amor sin melodramas, sin pensar que después de una separación todo se te tiene que derrumbar. En realidad no sabemos por qué se separan, pero sí sabemos que la vida seguirá para los dos”.

CAR