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La escritora Claudia Marcucetti muestra el amor frente a ideologías de Tina Modotti y Vittorio Vidali

80 años después de la muerte de Tina Modotti, la escritora Claudia Marcucetti ofrece un thriller lleno de empatía y convicciones políticas

CULTURA

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80 años después de la muerte de Tina Modotti, la escritora Claudia Marcucetti ofrece un thriller lleno de empatía y convicciones políticasCréditos: Foto: Especial

Mientras escribía Fuego que no muere (Planeta, 2022), Claudia Marcucetti (La Spezia, Italia, 1968) también pensó que el responsable de la muerte de Tina Modotti (1896-1942) era su último amante.

“Lo llegué a pensar muchas veces y en el libro mismo no lo descarto, porque cabría la posibilidad de que él hubiera echado algo en el plato de su última cena; la novela todavía abre esa posibilidad”, dice.

La escritora, autora de otras dos novelas, se adentra en el cautivante personaje de Modotti a 80 años de su partida: lo hace con un trepidante thriller —en el que ha intentado no salirse de la verdad— y a través de otro personaje, poco valorado al hablar de la fotógrafa, pero que ha resultado ideal: su última pareja, el polémico espía y militante comunista italiano Vittorio Vidali (1900-1983).

Marcucetti encontró el rumbo de su historia cuando Hugh Thomas le dijo: ‘tu personaje no es Tina, es Vidali” y le quedó claro que sobre la fotógrafa se había contado todo hasta antes de su muerte, pero nada más: el resto quedaba en penumbras, pero ahí estaba Vidali:

“En Italia tampoco se conocen todos los recovecos de su historia en México o en EU, cuando tuve acceso a los 11 libros que escribió me sentí con deber de contar su historia como un modo de hacer justicia a estos personajes, llenos de prejuicios”.

Si a Modotti se le asoció con el asesinato de Juan Antonio Mella, a Vidali se le han cargado miles de muertes (incluida la de Trotsky).

“El mismo Hemingway decía que se había quemado los dedos de tanto ejecutar gente en la Guerra Civil española, pero no, si creo que participó en otras muertes, que asesoró a Siqueiros, y la posibilidad de que haya matado a Tina sigue existiendo”, agrega.

La novela se vuelve moderna a través de Armando, un joven fotógrafo que se ve inmiscuido en la investigación de la muerte de Modotti. A partir de ese momento, la narración salta de México a Italia y Rusia, para contar no sólo la convicción política de sus personajes, sino también el amor que los une, porque si bien Vidali sigue siendo sospechoso, también fue un amante perpetuo de la fotógrafa:

“Vittorio tuvo mucho empuje para que sus fotografías se conocieran en el mundo, él regaló la mayor parte de los positivos a la Fototeca Nacional de Pachuca, él tenía ese orgullo de haber estado con esa mujer que admiró mucho más después de morir.  Mi novela quiere hacer justicia a las ideologías, al momento histórico”. 

MAAZ