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La aventura que muestra el poderío mexica en los animales ofrendados

El inframundo del Templo Mayor está poblado por cientos de especies traídos desde territorios lejanos para ser ofrendados a los dioses; este conocimiento se reúne por primera vez en un libro

CULTURA

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En 44 años de trabajo han sido localizadas 206 ofrendas, ricamente conservadasCréditos: Especial

Los investigadores del Templo Mayor, dice el arqueólogo Leonardo López Luján, emprendieron hace 44 años una gran aventura: excavar en el corazón del imperio más poderoso de Mesoamérica. A lo largo de cuatro décadas han generado un profundo conocimiento de diversa índole, particularmente de los animales, gracias al trabajo de investigadores de distintas disciplinas como la arqueología, la restauración y la biología. Ahora, por primera vez, reúnen en un sólo libro el resultado de este quehacer titánico en Los animales y el recinto sagrado de Tenochtitlan (El Colegio Nacional, 2022).

Con este volumen, coordinado por López Luján y por Eduardo Matos Moctezuma, se presenta una visión colectiva, intergeneracional y multidisciplinaria que atiende aspectos biológicos, ecológicos, tafonómicos y simbólicos de los animales ofrendados, más de medio millar de especies identificadas hasta la fecha.

Así, a lo largo de 35 capítulos, se examinan la obtención y transportación de la fauna, su cautiverio y crianza en la capital imperial, así como su papel en las ceremonias del recinto sagrado.

El arqueólogo Leonardo López Luján en el área de exploración del Templo Mayor. Foto: Antonio Nava

Es una recopilación del trabajo de 40 años.

Sí, después de 44 años de trabajo en el recinto sagrado y de 206 ofrendas, hay una constatación obvia: los animales en este lugar tienen un significado muy distinto al de otros lugares. En otras excavaciones se han descubierto muchísimos animales que tienen que ver con su dieta, instrumentos y ornamentos, y son propios del ambiente en el que se descubrieron como venados, aves, conejos, perros. Cuando nosotros excavamos aquí, no encontramos nada de eso porque estamos en el recinto sagrado, así que son otros los animales y vienen de muy lejos. Lo que hemos encontrado es un universo más rico y más diverso porque estamos en la ciudad más importante y poderosa de Mesoamérica.

¿Todos los animales fueron ofrendados?

Así es, ninguno se usó para alimentación, instrumento u ornamento, son animales que los sacerdotes enterraron como regalo a sus divinidades más veneradas, las dos principales Huitzilopochtli y Tláloc. En las principales ofrendas depositaron minerales, plantas, animales, objetos culturales y seres humanos, y, para nuestra sorpresa, lo que más encontramos son animales. Hasta ahora hemos identificado más de 500 especies diferentes, lo que nos habla de una enorme biodiversidad; lo que más me sorprende es que prácticamente todos las trajeron de todos los confines del imperio e incluso más allá de sus fronteras -lo que nos habla de su gran poderío-. Por ejemplo, todos los peces los trajeron del Golfo de México y del Océano Pacífico, es decir, de costas que estaban a 300 km de distancia, que fueron recorridos a pie. ¿Por qué no ofrendaron a los charales que abundaban en la zona? Porque querían características simbólicas.

López Luján ha dedicado su vida al estudio de la política, la religión y el arte del centro de México Foto: Antonio Nava

¿Los trajeron vivos?

A muchos, sí. Pensemos en un jaguar: lo capturaron, lo alimentaron, lo cuidaron y lo trajeron vivo, esto nos habla de una operación complejísima y poderosa. Además, no llegaban al Templo Mayor sino al vivario de Moctezuma, mal llamado zoológico. Lobos, águilas, búhos, organismos marinos vivos como peces, estrellas de mar. Muchos estaban vivos y venían en contenedores, pensemos en que bucearon a pulmón libre, caminaron durante una larga jornada, resguardaron y cuidaron a las especies y esperaron a las fiestas. 

Había un gran respeto por la naturaleza.

Sí, por supuesto, en una época en que no había sido alterada como lo está ahora. Es una maravilla, el biólogo Pedro Merina, experto en corales, está fascinado con ver los corales de hace 500 años porque están sanos; Francisco Solís está maravillado con ciertas estrellas de mar porque son gigantescas, están en su estado máximo, no como ahora que no las dejan crecer porque son explotadas. Como arqueólogos tenemos el privilegio de percibir un momento cuando el mundo natural y de los animales no habían sufrido transformaciones.

¿El libro es un conjunto de saberes?

Y de países porque colaboran colegas de Francia, Inglaterra, Estados Unidos, Japón, Canadá y México. El trabajo de un arqueólogo no es como el de Indiana Jones, somos científicos y nuestro quehacer es colectivo con diferentes formaciones, somos una suma de talentos. Somos unos locos apasionados de nuestro quehacer. El antecedente de este libro se publicó en 1991.

Entre las más de 500 especies que han sido identificadas se encuentran las de coral. Foto: Antonio Nava.

¿Se trata de primicias?

Tuvimos dos reuniones científicas en Vancouver y en Ciudad de México en donde dimos a conocer la información, pero todo lo que aparece son primicias con conocimientos nuevos de temas que van desde el escarabajo más modesto hasta organismos como lobos, jaguares, pumas, halcones, tiburones y cocodrilos. Muchas de las investigaciones son revolucionarias, por ejemplo, logramos extraer, por primera vez, el DNA antiguo de un escarabajo para determinar no sólo su especie, sino también su linaje y determinar que venía de la franja de Guerrero, Michoacán y Jalisco.

Otro caso importante es el DNA de los cánidos, mandamos muestras a California y se determinó que eran lobos mexicanos, una especie casi extinta, y es que antes se dudaba de si eran perros o lobos o loberro, es decir, la mezcla de los dos. Un ejemplo más es la investigación sobre los pepinos de mar, que son rarísimos y que hoy cuestan muchísimo dinero porque es un plato de alto refinamiento; los encontramos en el fondo de las cajas y logramos verlos en el microscopio electrónico. Nuestra misión es dar a conocer este conocimiento que se ha generado acerca de temas como la captura y el cautiverio, el sacrificio en el día de las fiestas -encontramos jaguares sacrificados con las mismas técnicas que se emplearon con los seres humanos y les sacaban el corazón-, la vestimenta que usaban -algo realmente asombroso, pues a los animales, como los gavilanes y los lobos, les pusieron ornamentos e insignias con oro, jade; con orejeras, cinturones, ajorcas y armas como escudos-; las ofrendas de alimentos, el mundo acuático que es riquísimo en cuanto conchas, caracoles..., sólo en una ofrenda encontramos mil 668 animales de 168 especies distintas, o sea que el sacerdote se preocupó de la gran diversidad existente.

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