CÚPULA

Carmen Parra: capítulo único

Donde se cuenta por qué una pintora también se merece un premio de epónimo literario

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De la serie Poligrafía, de Carmen ParraCréditos: carmenparra.com.mx

Han dado a la pintora Carmen Parra la Presea Cervantina: “Corred y compartirlo por los cuatro puntos”, diría una voz quijotesca, agregando: que es de nobles reconocer el genio y la brillantez de las personas. Carmen se merece los laureles de la andante caballería porque el Quijote, haciendo honor al buen Horacio, reconoce en una de sus aventuras que lo mismo es la pintura a la poesía, que, en el fondo, la poesía y la pintura son iguales –Ut pictura poesis, escribió Horacio–.

Augusto Monterroso, Carmen Parra y Manuel Álvarez Bravo. (Créditos: Archivo personal de la artista)

El poeta antiguo Simónides, a quien Anne Carson reconoce en Economy of the unlost como el primer escritor profesional, es decir aquel que se gana la vida con el oficio de escribir, también entendía que lo mismo buscaba la pintura que la poesía, y sentenciaba, o así lo traducen: “La poesía es pintura que habla y la pintura poesía muda”. Yo me imagino que Simónides poseía mayor elocuencia y que esta sentencia tenía más gracia, quizás la dijo a la manera de un retruécano, pues la propia frase pareciera solicitarlo, y quedaría así: La poesía es una imagen que habla y la pintura habla con una imagen.

Si las pinturas de Carmen son poemas hablados con imágenes, si en el fondo hay una poética que persigue a Carmen desde siempre: la poética de volver a crear las metáforas del mundo, la poética de re-tratar las obsesiones de los hombres, la poética de la versión, de hacer una nueva versión de las cosas, podría ser del evangelio o de la metamorfosis, pero como sea es la obsesión de la versión. 

De la serie Poligrafía, de Carmen Parra. (Créditos: tomada de carmenparra.com.mx)

Para hacer una versión de la realidad, el primer paso significa aceptar el mundo tal como es, aceptar sus alegorías y metáforas tal cual son, y para hacerlo se requiere humildad y sabiduría: “No hay nada nuevo bajo el Sol”, Nihil novum sub sole; y una vez aceptándolo se rehace, allí es donde la sabiduría deja su lugar al genio, y Carmen, infatuada por su poética, nos regala los mismos mitos a su modo; y al final quizás ya no son los mismos, pero tampoco son totalmente otros, y ese es el quid de su poesía, su duende, ¡oh poeta!, salud.

PAL