MENTE MUJER

Mily Marín, la primera mujer mexicana con debilidad visual en graduarse como Sommelier

Carmen Milagros Marín Santibáñez, mejor conocida como Mily, nos cuenta su historia. Es la primera mujer mexicana con debilidad visual en graduarse como sommelier

CULTURA

·
12 años tenía Mily cuando comenzó a perder la vistaCréditos: Guillermo O'Gam

Con paso firme, bastón en mano, enorme sonrisa y una voz que se escucha fuerte y claro a donde quiera que va, Carmen Milagros Marín Santibáñez, mejor conocida como Mily Marín, irrumpe con energía y seguridad. Es la primera mujer mexicana con debilidad visual en convertirse en sommelier, también la única profesional en México que brinda capacitaciones de servicio en restaurantes a personas ciegas y la responsable de guiar catas y cenas a ciegas en restaurantes como Zeru

Su historia, aunque de superación y esperanza, para nada ha sido un cuento de hadas, más bien una de retos en la que intentar e intentar, pese a la adversidad, ha sido una constante. “Estuve semi aislada durante 14 años. Cuando salí de la secundaria, ya no seguí estudiando porque yo ya no veía nada, mis abuelos decidieron meterme a una burbuja, para que no me pasara nada”, recuerda Mily, quien comenzó a perder la vista a los 12 años a causa de una retinosis pigmentaria atípica.  

“Es curioso, pero yo no noté que tenía un problema cuando me dieron mi diagnóstico, sino cuando un día tirada en mi cama, me di cuenta de que no tenía nada que hacer; tenía un radio y una tele y eso me mantenía informada, escuchando qué pasaba en el mundo y cómo avanzaba la vida. Intenté escapar tres veces de casa, nunca lo logré, así que un día decidí planear mi suicidio perfecto”. 

(Créditos: Guillermo O' Gam)

Sin embargo, cuando más desesperada estaba Mily, alguien llegó de visita a su casa, “me dijo: Dios te ama y te quiere ayudar, no te estoy diciendo que te va a sanar, sino ayudar. Y ahí me di cuenta que, si Dios me amaba (algo raro tenía ese señor, porque a mí nadie me amaba), podía vislumbrar un nuevo camino, uno diferente, uno en el que había esperanza”, aseguró Mily. 

Así, Mily comenzó a ir a la iglesia los domingos y encontró ahí un lugar cómodo, “fue el primer sitio en el que me preguntaron qué quería hacer”, y en donde alguien por primera vez se acercó y le dijo: “¿Me quieres ayudar a darle clases a los niños? Al principio no se dio cuenta que no veía, pero no me rechazó; me aprendí todo el material y con eso di las clases. Poco a poco fui encontrando mi identidad y vocación por el servicio”.  

(Créditos: Guillermo O' Gam)

EL CAMINO DEL SERVICIO 

La historia profesional de Mily comenzó hace 14 años. “Fue gracias a mi novio, quien se quedó ciego, debido a un accidente, que yo hoy me dedico a esto, él siempre trabajó en restaurantes de hoteles. Fue así que lo involucraron en la primera cena a ciegas que hizo Le Cordon Bleu México y empezaron a buscar a más personas que pudieran hacer el servicio de la cena. Yo lo acompañé, fui de colada y entré al quite. Me encantó la experiencia”. 

Fue gracias al chef Miguel Quezada, al jefe de sala, Marco Linares y al sommelier Jesús Acevedo, que Mily comenzó a aprender más del servicio en un restaurante, de la presión que se vive en la cocina y de lo que se requiere para salir victorioso de ella: Agallas.  

“Mi novio murió, perdí el contacto con Le Cordon Bleu, pasaron los meses, pero un buen día me llamaron de la Escuela de Ciegos, donde yo había estudiado y, me invitaron a volver al Cordon Bleu.  Empecé a ir a aprender, me dieron la confianza para poner manteles, limpiar copas, aprendí a hacer los montajes de las mesas, el orden de cómo se guardan las cosas”. 

Tiempo después, la Escuela de Ciegos empezó a buscarla para que fuera a hacer una prueba para ser becaria en el Centro de Formación y Capacitación de meseros ServirBien México, hacer una prueba y entrar como becaria, “pues me quedé. Me pidieron hacer un montaje de mesa y una entrevista, yo ya tenía experiencia por Le Cordon Bleu, también obtuve la beca de la Asociación de Sommeliers Mexicanos, para formarme como sommelier. Tenía 29 años”. 

Así arrancó todo, toda la semana estaba ocupada. Los sábados cursaba su diplomado para convertirse en sommelier, entre semana aprendía sobre servicio en restaurantes, creación literaria por las tardes en el INBA y un curso de fotografía los martes y jueves. 

(Créditos: Guillermo O' Gam)

AQUÍ Y AHORA 

Ser mujer con discapacidad visual es probablemente la situación más dura para vivir en sociedad, “justo por eso ya no tomo personal las dificultades”.  

“Intentar e intentar, no hay de otra”, repite Mily. Con tantas actividades, Mily comenzó a buscar nuevas oportunidades: conseguir catas por su cuenta, clientes que se interesaran en sus cenas a ciegas, “resulta que cuando dejas de victimizarte y te lanzas al ruedo comienzas a hacer cosas que jamás imaginaste”. 

En el trabajo, Mily es meticulosa, “ya son muchos años y, para mí todo es muy orgánico. Escucho como corre el sonido, siento el aire, observo todo. Tardo cinco minutos en aprenderme un lugar. Es paradójico el ciego, a pesar de ser ciego, se vuelve sumamente observador”.  

LA MAESTRA 

“A mis alumnos trato de ayudarlos a desarrollar su carácter, cómo lo hago, molestándolos, no hay de otra, presionándolos, de nada sirve tener consideraciones especiales. A mí me trataban normal como a todos, me decían: ‘no me sirves ahí paradita’, desarrollé mis habilidades con ese trato, nunca ningún chef o maestro fue grosero, simplemente me trataron como a uno más”.  

“Yo tenía todo en contra cuando empecé: era mujer, sommelier y tenía una discapacidad”  Mily Marín, Sommelier.

“Estoy muy satisfecha y contenta porque sé que llegar hasta donde he llegado me ha costado la vida entera” Mily Marín, Sommelier.

LO QUE VIENE 

“Quisiera tener contacto con alguna bodega de vino, para poder ir y aprender sobre los procesos de la tierra y el vino”. 

DISCAPACIDAD 

Todos deberían entender que no es el fin, es sólo aprender a funcionar diferente. 

SUS ALUMNOS 

Luis y Eduardo trabajan en restaurantes muy concurridos. Luis en un Olive Garden y Eduardo en el Wings del aeropuerto, pocos son quienes notan que son ciegos.  

  • 12 años tenía Mily cuando comenzó a perder la vista. 
  • 14 años de experiencia profesional tiene Mily.

PAL