El Teatro Juárez ovacionó por casi 20 minutos a la Orquesta Filarmónica de Los Ángeles (LA Phil) y a su director, el venezolano Gustavo Dudamel, en su debut en el Festival Internacional Cervantino. Y celebró, además, el estreno en México de "Altar de cuerdas", de Gabriela Ortiz, considerada como una de las compositoras mexicanas de mayor prestigio internacional. El encuentro entre los músicos y el público guanajuatense fue tal que hubo dos encores, el primero, de la solista María Dueñas, y, el segundo, de la prestigiosa agrupación.
Los músicos generaron una gran expectativa en la edición 50 del FIC, fue de los pocos, acaso el único, que provocó que a las afueras del recinto recién remodelado, en su primera etapa, con una inversión de 160 millones de pesos, hubiera varias personas buscando boletos de reventa.
Desde que Dudamel tomó la batuta y se subió al podio, todo fue grito y ovación para la orquesta que ofrecía su primera gira, tras la crisis sanitaria de 2020.
La primera obra, de Ortiz, fue una confirmación de que la mexicana se encuentra en su etapa no sólo más madura, sino también más luminosa. Su "Altar de cuerdas" para violín y orquesta se suma a los altares que ha escrito a lo largo de su fructífera carrera, y ofrece, ahora, una pieza que la reafirma como una autora con un lenguaje sonoro único, estético y simbólico. La española María ofreció una ejecución elegante y enérgica que también mereció la ovación de la audiencia, en respuesta volvió al escenario para un encore.
Ya en la segunda parte, LA Phil interpretó la Sinfonía No. 1, de Gustav Mahler, una pieza clásica del compositor austriaco, quien ha tenido una presencia significativa a lo largo de la historia de LA Phil, pues en 2012 Gustavo Dudamel presentó el Proyecto Mahler, una jornada de conciertos ofrecidos por la Filarmónica de Los Ángeles y la Sinfónica Simón Bolívar, en la que interpretaron nueve sinfonías del autor durante tres semanas.
La pieza, se sabe, es altamente conocida por Dudamel, pues la dirige desde hace más de 20 años, cuando era un adolescente, es, quizá, la juventud tanto del concertador, como la del autor cuando escribió la sinfonía, lo que resaltó en una ejecución vigorosa y apoteósica en su cuarto movimiento.
Ante la ovación, los músicos volvieron al escenario para regalar Tritsch Tratsch Polka, de Strauss. El debut de uno de los máximos directores de la escena musical internacional y de la agrupación angelina se inscribió en la lista de los eventos más destacados en la historia del Cervantino.
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