Mientras el mundo asistía al fin de la modernidad y los grandes relatos –reveladores de la verdad– eran sustituidos por narraciones fractales y complementarias, Ben Vautier (Nápoles, 1935) encontró el camino en la ironía. “Es capaz de cortocircuitar las relaciones que se están dando con el uso de la ironía; lo más importante de su trabajo es el ‘quizá’, nada de lo que vemos aquí es ese tipo de verdad absoluta que él vió desmoronarse”, dice Ferran Barenblit, curador de la primera retrospectiva del artista, que se presenta en Latinoamérica.
“La muerte no existe”, que se presenta en el Museo Universitario de Arte Contemporáneo (Muac), es una exposición abarcadora: incluye más de un centenar de piezas que invaden los muros de las tres salas que se han dedicado. Con ellas, es posible “deambular en el pensamiento del artista con total libertad” y asistir a sus preocupaciones sobre el ego, el etnismo, el colonialismo, el texto y la caligrafía, la globalización o el papel del arte.
Vautier, explica Barenblit, pertenece a la generación europea de la posguerra y “que es testigo del proceso del inicio descolonizador en África que genera unas tensiones inmensas”, En su reflexión está “la necesidad de entender una nueva relación geopolítica desde una conciencia más justa, la pregunta de fondo es ¿cómo ser cosmopolita sin ser colonizador?, basados más en nociones de justicia que de poder”.
Inquieto e inconforme, Vautier perteneció a diferentes círculos artísticos como la “escuela de Niza” y Fluxus, y fue uno de los primeros en realizar performances en espacios públicos sin previo aviso, además de que convirtió el uso del texto como una de sus principales herramientas; para él, lo escrito siempre remite a una acción. En el Muac pueden verse pinturas, esculturas, grabados, dibujos, documentación de acciones y sobre todo, textos y caligrafía.
Y si el avasallamiento del capitalismo era imparable, Vautier encontró en el humor la clave: “Si somos capaces de no caer en el cinismo, la ironía sigue siendo una de las herramientas más descomunales para incrementar la intensidad del ejercicio del arte, para poner al espectador en el centro de todas las interpretaciones, para forzar al pensamiento”. Incluso, basado en la ironía, el artista de 87 años creó para México la obra que da nombre a la exposición: “lo lanza como reflexión y siempre pensando en el papel del arte como una forma de superar la muerte”, dice Barenblit.
- Los inicios de Vautier se sitúan a finales de la década de 1950
- Junto a Yves Klein y Arman constituyen la Escuela de Niza
- Más tarde se relaciona con el grupo Fluxus, surgido en NY
MBL