CÚPULA

Eduardo Chillida en México

A 20 años del aniversario luctuoso del escultor español, Se recuerda su paso por México, así como su estrecha relación con el poeta mexicano Octavio Paz

CULTURA

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INTROSPECCIÓN. Eduardo Chillida en St. Paul de Vence, 1973.Créditos: Cortesía

La relación de Eduardo Chillida y México la inicia Octavio Paz, quien le dedicó un texto al escultor en dos tiempos: 1969-79.

Con motivo del 20 aniversario de la muerte del escultor español que se conmemoró el pasado 19 de agosto, se presenta una breve síntesis de su obra-presencia en nuestro país; presencia constante desde aquel encuentro con el poeta, siempre enriquecedora y siempre viva.

En aquel texto primigenio, el poeta llama arquitectura a la obra del artista, por sus formas que ocupan un vacío para escuchar el silencio y el canto del viento, y describe sus esculturas como dibujos y, sin importar su dimensión ni materiales, las considera monumentales.

En México existen, al menos, tres instituciones que resguardan en sus colecciones permanentes obras de Eduardo Chillida: el Museo Rufino Tamayo, el Museo Pedro Coronel y el Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca.

Son en total once las piezas de la autoría de Chillida las que se tienen en los tres espacios mexicanos antes citados. Datan de 1955 a 1983 y se trata de dos esculturas, una de bronce y hierro, y la otra de madera; un dibujo a tinta sobre papel y ocho grabados.

Es importante tener en cuenta que es un acervo público-gubernamental que debemos a coleccionistas particulares. En este caso, artistas los tres: Rufino Tamayo, Pedo Coronel y Francisco Toledo. El primero reunió un conjunto que incluye tres disciplinas —escultura, dibujo y gráfica— en tanto que en los otros dos se limita a una sola, grabados.

A esa presencia permanente, aunque no siempre en exhibición, hay que añadir dos exposiciones temporales, una monográfica y otra colectiva. La primera dedicada a Chillida en 2002 y la segunda para festejar a Octavio Paz en 2014, ambas en el Palacio de Bellas Artes.

La individual de Chillida se inició en el norte, en Monterrey, en el MARCO, sin la presencia del artista que se encontraba enfermo, no logró recuperarse y, lamentablemente, murió un mes antes de que la muestra llegará a la Ciudad de México.

Hace más de dos décadas de tan importante exposición, por el número y selección de piezas, y un catálogo decoroso que reproduce el ensayo canónico ya mencionado del Premio Nobel de Literatura 1990. No se ha vuelto a presentar otra oportunidad para apreciar un conjunto tan vasto de Chillida.

(Créditos: El Heraldo de México)

Hubo que esperar 12 años para tener-disfrutar otra primicia del vasco en México: el Arco de la libertad, 1988, una pieza en hierro de casi 10 toneladas "de peso" y poco más de dos metros de alto, en la explanada de Bellas Artes. El motivo son los 100 años de Octavio Paz en donde hubo otras dos esculturas del español.

Ante la grandiosidad de la mencionada obra, incluso en una buena reproducción impresa como la que miro para estas líneas, se perciben las palabras de Paz y podemos oír lo que canta el viento, sentir-habitar el vacío y participar-escuchar el silencio incluso en medio de una plaza pública.

Si bien estos párrafos conmemoran un aniversario más de la ausencia de Chillida con un recuento de su presencia entre nosotros, son también una invitación a acercarnos a las colecciones de Rufino Tamayo, Pedro Coronel y Francisco Toledo quienes generosamente dejaron a nuestro cuidado su obra junto con el resto de sus tesoros.

Y, desde luego, acercarnos-leer-entender la obra de Octavio Paz y apreciar su potente actualidad. Otra coincidencia entre todos ellos: los cinco crearon fundaciones-instituciones para sus colecciones. Tenemos que reconocer que no supimos defender a Octavio Paz, seguimos en deuda con él.

Habría que señalar, para concluir, la presencia de Chillida y su obra en Zona Maco, donde suele ser casi siempre uno de los habituales, así como su influencia en al menos tres autores mexicanos: Jorge Dubon, Fernando González Gortázar y Jorge Yazpik.

Con la obra de los tres autores antes citados se expande la presencia de Chillida por la Ciudad de México, desde el Bosque de Chapultepec, el cruce-trébol de Insurgentes y Periférico, y las bancas de la Alameda Central.

Agradezcamos a Paz por habernos iluminado en nuestro acercamiento a la obra de Chillida y sigamos celebrando-participando de esa epifanía.

PAL