CÚPULA

México ’68: la creación de una identidad gráfica

Este evento celebró también la cultura y las tradiciones convocadas a través de la ya celebre olimpiada cultura

CULTURA

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HISTORIA. Módulo con Símbolos Deportivos y Símbolos de la Olimpiada Cultural de los Juegos Olímpicos de México 68. Foto: EspecialCréditos: Foto: Especial

El 16 de julio de 1966, Gustavo Díaz Ordaz, nombró al arquitecto Pedro Ramírez Vázquez al frente del Comité Organizador de la XIX Olimpiada, México 1968, en sustitución de Adolfo López Mateos, quien se había encargado de negociar tiempo atrás la sede para nuestro país, convirtiéndolo en el primero de América Latina y de habla hispana, en ser elegido para organizar la máxima justa deportiva de la era moderna.

México 68 marcó un parteaguas histórico en la conceptualización de estos eventos, pues celebraron también la cultura y las tradiciones de las naciones convocadas, a través de la ya célebre Olimpiada cultural que se realizó durante todo 1968. De igual forma, esta ocasión fue la primera vez que se desarrolló un proyecto de identidad gráfica que permitiría posicionar a las Olimpiadas como una marca y demostrar la necesidad de un diálogo entre disciplinas como el diseño, la arquitectura y el arte. 

Desde el gobierno de Miguel Alemán, el Estado se había concentrado en crear una infraestructura que permitiera fortalecer la imagen del país como una nación pujante y moderna, con una industria y campo fortalecidos. De ahí, que la organización de los Juegos Olímpicos se concibió como una oportunidad de promoción al exterior, capaz de consolidar la posición de México en el continente y de atraer la inversión. 

En este sentido, Ramírez Vázquez contaba con la experiencia de haber participado en la organización de eventos con carácter cultural y comercial como las Ferias Mundiales de Bruselas, en 1958, y la de Nueva York, en 1964-65, de las cuales retomó algunos elementos que serían fundamentales para comprender su propuesta integral de comunicación e identidad, la cual contempló no sólo el diseño del programa, sino también la creación de mobiliario urbano, señalética, publicaciones, uniformes, carteles, souvenirs y toda una serie de productos, que brindaron a las Olimpiadas una imagen que hasta la actualidad es reconocible.

Uno de los mayores retos que debió enfrentar el equipo multidisciplinario liderado por Ramírez Vázquez, fue resolver el problema que implicaba la diversidad de idiomas que se conjuntarían en nuestro país durante los Juegos Olímpicos. Por esta razón se concibió un sistema de iconos que, en combinación con una paleta de colores específica, permitió desarrollar una señalética sencilla y contundente que partía del logotipo oficial y que cualquier persona podía comprender sin importar su lengua materna.

Más allá del indiscutible valor que tuvieron las competencias deportivas, uno de los elementos más célebres de la XIX Olimpiada fue precisamente la creación del logotipo oficial. En este caso, es importante mencionar la cuestión de la autoría del logo México 68, que ha causado cierta controversia hasta la actualidad, ya que durante décadas se dio por sentado que ésta correspondía a Lance Wyman quien, en su momento, firmó el diseño de las estampillas postales conmemorativas de los Juegos Olímpicos. Sin embargo Pedro Ramírez Vázquez y Eduardo Terrazas siempre afirmaron que el logotipo los Juegos Olímpicos fue resultado del trabajo en equipo que se llevó a cabo para conjugar la tradición artística y cultural de nuestro país a través de los textiles huicholes, con las más novedosas expresiones visuales como el arte Op. En este sentido, Ramírez Vázquez y Terrazas consideraron siempre a Wyman como un integrante, no como único autor de la histórica identidad gráfica. Más allá de las diversas opiniones sobre este asunto, lo cierto es que el logotipo trascendió su momento, hasta convertirse en un referente histórico para el diseño internacional.  

Dentro del sistema de comunicación gráfica se realizaron también una serie de símbolos que permitieron identificar los diversos eventos deportivos y culturales, al igual que los servicios públicos. A cada deporte le correspondió un color, por ejemplo rosa para la gimnasia, naranja para el basquetbol, morado para el ciclismo, amarillo para la halterofilia, etcétera. Una solución visual muy novedosa empleada en carteles, postales y estampillas, fue la posibilidad de secuenciar las imágenes de las especialidades deportivas para brindar una idea continuidad y dinamismo. 

El logotipo y el sistema de información visual a partir de colores y símbolos, fue utilizado tanto en el programa de publicaciones como en el diseño y mobiliario, así como en los productos conmemorativos; lo cual brindo un sentido de unidad a todo el proyecto.

En la organización de la XIX Olimpiada se cuidaron todos los detalles a través de un equipo preparado para hacer de la justa internacional un acontecimiento memorable, que hasta la fecha es recordado como histórico no sólo por un diseño que es referente en la creación de marca e identidad, sino también por las aportaciones en los ámbitos del arte y la arquitectura, representadas en las diferentes sedes y en la llamada Ruta de la Amistad, que conjuntó a algunos de los artistas más importantes del momento.

Si bien México 68 nos remite al deporte como símbolo de paz y armonía, es difícil olvidar que este evento también marcó a la sociedad mexicana por la cruenta represión del movimiento estudiantil acaecida el 2 de octubre de ese año, a escasos 10 días de la inauguración de las Olimpiadas. A partir de entonces, nada volvería a ser igual.

Por Mireida Velázquez Torres

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