MÚSICA

Cómo acercarse a la música para cine

Quienes apreciamos los soundtracks tenemos a nuestros héroes artísticos, aprendimos de las mancuernas más importantes y nos convertimos en coleccionistas

CULTURA

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UNIVERSAL MUSIC GROUP. Andrea Griminelli’s Cinema Italiano. A new interpretation of italian film music. Portada e interiores del disco, 2001. Sello Discográfico DeccaCréditos: Sello Discográfico Decca

No es la intención de este texto sentar las bases de un estudio profundo acerca de la música compuesta para acompañar las imágenes en movimiento. Propone en su lugar una serie de conceptos, ideas y ejemplos concretos acerca del oficio del compositor en su relación con los creadores cinematográficos accesibles para todo lector interesado en iniciar su conocimiento sobre el tema.

El nacimiento de una pasión

Tras el estreno de El cantante de jazz (Alan Crosland, 1927) en Estados Unidos, los días del cine silencioso estaban contados. Conforme las industrias nacionales fueron adoptando la tecnología sonora en sus producciones, las salas de cine sufrieron modificaciones radicales. Detrás de las grandes pantallas se instalaron altavoces y los proyectores hubieron de asimilar el sonido óptico a partir de 1930 (las primeras exhibiciones de cine sonoro se hicieron en los mismos salones cinematográficos con discos sincronizados con la imagen). Mientras que los músicos que amenizaban las funciones tocando un violín o al frente de un piano (dependiendo de las posibilidades económicas de los cines) fueron sistemáticamente despedidos. El sonido barrió con todos ellos. Mientras que los más afortunados se incorporaron a los nacientes departamentos musicales de los grandes estudios. Llevaban con ellos una formación musical notable, pues habían aprendido a improvisar ante las imágenes en movimiento un repertorio enorme de donde podían extraerse las melodías necesarias para acompañar desde una escena romántica hasta una emocionante persecución. Nacieron entonces los músicos para cine.

DISCO. Andrea Griminelli’s Cinema Italiano. A new interpretation of italian film music.

Música de película

El director cinematográfico es quien define quien será el músico que acompañará sus imágenes. La decisión debe ser sabia, pues una música demasiado estridente arruinaría una comedia romántica, por ejemplo. Según la película es su acompañamiento musical; en algunas ocasiones, es mejor utilizar canciones previamente existentes para crear la atmósfera de una cierta época o recorrer musicalmente un legado cultural. Una vez elegido el compositor, éste tiene acceso al guion de la cinta y comienza a tomar sus notas para saber quiénes son los protagonistas del filme, a dónde los llevan sus emociones, en qué época se ambienta la cinta en cuestión y algo muy importante: en qué partes el silencio o los diálogos deben privilegiarse por encima del acompañamiento musical (tómese como un mal ejemplo la forma en la cual la música compuesta por Thomas Newman para la película 1917, de Sam Mendes, queda tristemente asfixiada por los sonidos de batalla que irrumpen en casi la totalidad de la cinta). El músico va defiendo temas que identifiquen situaciones y personajes mientras la película se filma; algunos cineastas con buen oído musical llegan a elegir ejemplos de música preexistente para que su compositor las escuche y tenga nociones de cuál será el estilo musical de la obra terminada. Una vez contando la música compuesta con la aprobación del director, viene el proceso de grabación de la misma, con el músico y su orquesta interpretando la obra frente a una pantalla en la cual corre la película aún en proceso de postproducción, sin diálogos, sonidos ambientales o efectos especiales. La música ha sido grabada y corresponde al diseñador de la banda sonora insertarla en los momentos en los cuales debe aparecer y en el volumen adecuado tomando en cuenta efectos sonoros y diálogos también.

Finalmente, la película deja de pertenecer a sus creadores y pasa al público del mundo entero. Si usted quiere saber cuándo la música de una película deja huella, fíjese en la forma en la cual el público la tararea al salir inmediatamente del cine. Más allá de la edición de la música en disco o en las modernas tiendas digitales de música, que el público haga suya una tonada extraída de un filme es el mejor bálsamo que un compositor para cine puede tener.

UNIVERSAL MUSIC GROUP. Andrea Griminelli’s Cinema Italiano. A new interpretation of italian film music. Portada e interiores del disco, 2001. Sello Discográfico Decca.

Variaciones sobre un mismo tema

En una película, la música puede provenir de dos fuentes. En la primera, de una fuente visualmente existente, como una orquesta, un grupo musical, un organillero en la calle o un radio instalado en la habitación. En la segunda, la música proviene de una fuente invisible, abstracta; es la música que acompaña las emociones de los personajes, una especie de espíritu musical del cual carecemos en nuestra vida cotidiana, por desgracia. Es la música que define el carácter de los personajes, como lo es la furiosa e imponente Marcha imperial, con la cual el músico John Williams define al Imperio galáctico en la partitura de El Imperio contraataca (Irvin Kershner, 1980), episodio de la saga de Star Wars. O bien, acompaña con un melancólico jazz urbano las andanzas de un insomne taxista, quien sufre profundas heridas emocionales tras la guerra de Vietnam, y se convertirá en ángel exterminador de la podredumbre moral urbana en Taxi Driver (1976), cinta de Martin Scorsese cuya partitura fue la última compuesta por el inmenso Bernard Herrmann, músico indispensable en la historia del cine y maestro de las cuerdas presente en otros clásicos como Psicosis (Alfred Hitchcock, 1960).

Una visión personal

Si la cinefilia es pasión, la música de cine es otra obsesión paralela. Quienes escuchamos y apreciamos el soundtrack de una película desde nuestra tierna infancia tenemos a nuestros héroes artísticos, aprendimos de las mancuernas más importantes entre un cineasta y su músico (las duplas Steven Spielberg-John Williams o Federico Fellini-Nino Rota, por ejemplo) y nos convertimos en coleccionistas de bandas sonoras. Desde el LP hasta el moderno MP 3, en nuestros hogares existen importantes audiotecas que se disfrutan con el alma, pues la música de cine es un placer indescriptible para el cinéfilo. La razón es que la música de este género remite sin remedio a las imágenes en movimiento para la cual fue creada. La mente evoca al cine, a la materia de los sueños y nos hace vibrar el corazón una y mil veces.

Por José Antonio Valdés Peña

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