El 2021 representó la reactivación de la vida de los museos y galerías después del COVID-19, todo un desafío considerando, por una parte, el incremento de los montos de recursos destinados a la operación de recintos seguros y con medidas de protección de salud adecuadas para evitar los contagios y, por otra, la importancia de estimular que la gente vuelva a sus hábitos de consumo cultural.
El regreso a estos espacios en este año se dio de manera aleatoria en función de los semáforos epidemiológicos en todo el país y hacia el último trimestre del año se pudo observar mayor estabilidad en este proceso. Así, a continuación, destaco lo que considero fueron las mejores propuestas expositivas de este año que pasa a la historia.
En el marco del centenario del muralismo mexicano, Rafael Uriegas (Málaga, 1982), realizó un fresco para el Museo Histórico y Etnográfico de Caborca. Al igual que los murales de los conventos novohispanos, la representación fitomorfa, en este caso de las plantas del desierto, articula la representación formal que culmina en la cúpula con una evocación a I’itoi, el Gran hermano, de los Tohono O´odham, pueblo originario de Caborca, siendo los colores el aglutinante conceptual que evoca el carácter del fresco.
Miguel Fernández de Castro (Sonora, 1988) realizó una intervención pictórica en el Museo Histórico y Etnográfico de Caborca. El pigmento dorado del mural se extrajo de la molienda de oro de la mina Chanate, localizada en Altar, Sonora. Este emplazamiento conceptual a partir del proceso de producir el pigmento es una reflexión sobre el impacto de las mineras, específicamente en la región y, sobre todo, una composición del paisaje antropocénico y colonial de la modernidad.
Además de que le interesa revertir la mirada heteronormada, Nicole Chaput (CDMX, 1995), despoja los referentes normados por referentes no occidentales, subvirtiendo la noción de belleza y feminidad.
De inspiración metafísica, Gabriel Rico (Jalisco, 1980), ironiza la noción de espacio físico, virtual y espiritual con el propósito de provocar una experiencia de otra dimensión, no cómoda ni complaciente ante el objeto artístico que en el caso de Rico funcionan como dispositivos cuánticos.
De las participaciones del programa SIEMBRA, de la galería Kurimanzutto, resultó sumamente vitalizante el proyecto curatorial de la galería Salón Silicón, además de la exposición colectiva alrededor del sexo, las constantes actividades y performances abrieron un espacio de discusión de lo lúdico, trabajo y resistencia alrededor del sexo.
Algo destacable en el panorama de las artes en México, lo constituyen las propuestas inmersivas: Van Gogh Alive que se inauguró en 2020 en una carpa con las mejores condiciones para disfrutar de imágenes de piezas maestras del artista neerlandés con movimiento y música, la cual llegó a su conclusión este año en el Monumento a la Madre, misma que se presenta desde octubre pasado en el Parque de la Ciencia Fundadores de Toluca. Asimismo, la muestra inaugurada esta misma semana Monet & friends, en una remozada galería que presenta a través de diversas experiencias sensoriales la creación de los exponentes más connotados del Impresionismo francés, tomando como eje las obras de Claude Monet.
Este tipo de propuestas expositivas son de gran valor para promover el acercamiento a las artes y motivar la apreciación artística de manera amena y ágil; un paso al desarrollo e incursión del arte en 3D, hologramas y realidad aumentada que implosonarán en este lustro de la segunda década del tercer milenio.
POR OCTAVIO AVENDAÑO TRUJILLO
MAAZ