CÚPULA

La casa sin adornos

Es Navidad, al final de la privada hay una casa que parece estar abandonada porque no tiene ni un adorno, ni un destello de luz. La casa sin Navidad esconde un secreto y unos niños un poco traviesos están dispuestos a descubrir qué hay detrás de tanta oscuridad

CULTURA

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ILUSTRACIÓN: GIOVANNI ASCENCIOCréditos: ILUSTRACIÓN: GIOVANNI ASCENCIO

Hay historias que merecen ser contadas una y otra vez. Empecemos por el principio, la Navidad llegó desde noviembre, aquí siempre es así, y no nos gusta dar explicaciones. Noviembre se convirtió en diciembre y cada árbol de aquella elegante calle estaba decorado con esferas de colores, las fachadas de las casas presumían increíbles luces blancas puestas exactamente donde tenían que estar, además, había todo tipo de adornos navideños. Si alguien me hubiera dicho que estaba en el Polo Norte, probablemente le hubiera creído. Al final de la privada, había una casa totalmente oscura, ni una gota de luz, ni un destello, ni siquiera la luz de las estrellas se atrevía a alumbrarla un poco. Paula rompió la oscuridad con su voz.

Paula –¿Por qué está tan oscura esa casa? ¿Está abandonada? 

Andoni –No, pero vive una viejita muy rara que nunca sale de su casa. En Halloween tocamos el timbre para pedirle dulces y ni siquiera nos abrió la puerta. Además, nadie viene a visitarla.

Maite –Pobrecita, debería de comprarse un perrito por lo menos.

Ander –¿Y cómo le hace para comer si siempre está encerrada?

Ane -Solamente sale por las noches, un día a la semana.

Ander –¿Nunca se te ha ocurrido seguirla?

Ane –Por supuesto que no, Sherlock, jamás la alcanzaría con mi bicicleta. Además, maneja bastante rápido.

Ander –¿Y si nos colamos en su casa cuando no esté?

Ane –Por supuesto que no.

Paula –¿No te da ni un poco de curiosidad?

Ane –Claro que me da curiosidad, pero es mi vecina, no quiero que mis papás tengan problemas por mi culpa.

Ander –No se va a dar cuenta, nunca se va a enterar. Entramos, conocemos la casa y ya. No vamos a tocar nada.

Maite –¿Qué día de la semana sale por la noche?

Andoni –Todos los miércoles como a las nueve de la noche.

Paula –El miércoles ya estamos de vacaciones, ese día nos puedes invitar a dormir y entramos en la casa.

Ander –El plan me parece perfecto. ¿Qué podría salir mal?

Los días de la semana pasaron lentamente, el miércoles llegó y los niños prepararon linternas, cuerdas y todo lo necesario para entrar en la casa. Eran las nueve de la noche cuando fingieron meterse en la cama y escaparon por la puerta de servicio, con mucha paciencia esperaron a que la viejita saliera en su camioneta. En cuanto la perdieron de vista, se saltaron la barda de la casa. El jardín estaba repleto de nochebuenas y eso les llamó mucho la atención, pues nunca pensaron que una casa así tuviera un jardín tan navideño. La puerta y las ventanas de la casa estaban completamente cerradas, rodearon la casa y encontraron una pequeña puerta, le dieron la vuelta al picaporte y descubrieron que estaba abierta, se deslizaron pecho tierra para entrar en la misteriosa casa. Ninguna lámpara servía, después de varios intentos para terminar con la oscuridad que se adueñaba de cada espacio, encontraron un switch, todas las luces se prendieron. La casa estaba repleta de juguetes; había bicicletas, muñecos de peluche, patines, balones y juegos de mesa. Ese lugar era el sueño de cualquier niño.

Paula –Al parecer le gustan los juguetes tanto como a nosotros.

Ander –Yo quiero ser como ella, quiero tener juguetes hasta los 101 años.

Andoni –Vengan, encontré algo.

    En otra habitación, descubrieron un cajón con fotos, había fotos de niños de todas las edades y de todos los países, las fotos tenían descripciones de los niños en la parte de atrás. Paula que estaba mirando por la ventana, se dio cuenta que la camioneta de la viejita estaba estacionándose frente a la casa. Salieron corriendo sin mirar atrás, Ane apagó el switch y por suerte lograron brincar la barda sin que la viejita se diera cuenta.

    A la mañana siguiente, fueron a la casa y tocaron el timbre. Nadie les abrió la puerta. Ander examinó el buzón de la viejita y tiró las cartas al piso completamente asombrado con el descubrimiento. En la parte del destinatario había un nombre que lo hizo entender todo y nada al mismo tiempo, algunas cartas estaban dirigidas a Mary Christmas y otras a Mrs. Claus. Tal vez eran la misma persona, tal vez no. Durante tres semanas tocaron el timbre de la casa sin Navidad, pero la viejita desapareció sin dejar ningún rastro.

Esta historia continuará el próximo año si se portan bien…

Por Mariola Fernández

cupula@elheraldodemexico.com

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