CÚPULA

Diego Trelles Paz: La procesión infinita, visión latinoamericana desde la literatura

En esta charla, el escritor peruano habla, con motivo de su última novela, sobre dos temas que siempre le han inquietado: la violencia y la injusticia

CULTURA

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AUTOR. Foto: Tomada en Lima por Alfredo Giraldo para Diego Téllez Paz.

PRIMERA PARTE

 A unos días de concluir la FIL Guadalajara 2021, que recibió como país invitado de honor a Perú, reproducimos la primera de dos partes de la conversación que sostuve semanas atrás con Diego Trelles Paz, uno de los más importantes escritores e intelectuales peruanos de la actualidad.

Diego Trelles Paz (1977) es licenciado en Cine y Periodismo por la Universidad de Lima y doctor en Literatura Hispanoamericana por la Universidad de Texas. Ha publicado los libros de cuentos Hudson el redentor (2001) y Adormecer a los felices (2015), el ensayo Detectives perdidos en la ciudad oscura. Novela policial alternativa en Latinoamérica. De Borges a Bolaño (Premio Nacional de Ensayo Copé 2016) y las novelas El círculo de los escritores asesinos (2005) y Bioy (2012; Premio Francisco Casavella de Novela y finalista del Premio Rómulo Gallegos 2013). Sus obras se han traducido al francés, inglés, italiano y húngaro. Actualmente reside en París.

Octavio Avendaño Trujillo (OAT): Hace cuatro años publicaste La procesión infinita (2017); me parece interesante a la distancia, en este contexto de crisis mundial y de disputas ideológicas latinoamericanas, ¿cómo es que surge el proceso de escritura de esta novela?

Diego Trelles Paz (DTP): La procesión infinita es parte de una trilogía sobre de la violencia pública que empieza con mi novela Bioy; no se trata de novelas enlazadas, pueden leerse de manera separada, lo que las une es el tema y se revisita de alguna manera, los últimos 30 años de la situación política de violencia en el Perú que abarca desde la guerra anterior, que es donde comienza Bioy y va avanzado de alguna manera, hacia esta segunda parte que plantea la recuperación de la democracia en el país.

OAT: Junto con la violencia está la desigualdad, no exclusivas de Perú, tienen que ver con la explotación y el despojo histórico que se ha vivido en Latinoamérica, como el caso de las compañías mineras.

DTP: Yo creo que México y el Perú se parecen mucho. México no tuvo una dictadura real, un golpe de estado, pero sí tuvo una dictadura de 70 años. México ha pasado por procesos dentro de la democracia que desembocó con el gobierno de López Obrador. En México ahora la presión es enorme para que este gobierno gane nuevamente una elección.  En el Perú hemos llegado a una situación bastante preocupante porque veníamos de un periodo económico de una guerra, de un periodo económico bastante fuerte con el primer gobierno de Alan García; teníamos la más grande inflación del mundo, además el grupo terrorista más sanguinario del mundo; teníamos todo en contra —y esto marca a la gente—. La dictadura elimina sindicatos, secuestra estudiantes, empieza a socavar instituciones, anula la oposición y entonces lo que genera básicamente es que comienza como una estructura que se basa en el pisoteo de los derechos, al mismo tiempo genera una cifra macroeconómica que parece de mentiras; es como un modelo latinoamericano, regional. En Perú está ocurriendo una farsa, tenemos dinero y buenas finanzas; hace 30 años que gobierna la derecha bajo distintos matices. Por ejemplo, en el caso de las estrategias para enfrentar el COVID-19 pareciera que Perú se adelantó incluso a México, pero nunca lo hizo; incluso sin pandemia la gente se moría en los pasillos de los hospitales; este neoliberalismo salvaje que tenemos en el Perú había absolutamente canibalizado los servicios públicos buscando privatizarlo y el sistema público de sanidad es una reverenda basura.

OAT: Nuestra generación fue delimitada por
el neoliberalismo rampante en el que las industrias, como la farmacéutica, han sido de las más beneficiadas.

DTP: ¡Claro! Hecha la ley, hecha la trampa, es decir, la constitución también creó instituciones que generaban un poder protegido legalmente; hasta parece una serie de Netflix; comenzó a sanearse esta situación dado el escándalo de Odebrecht que irrumpió en Latinoamérica, en México por supuesto, creo que realmente mostró lo podrido que estaba todo.

Una muestra: en Perú, el hombre más rico tiene el 99 por ciento de las farmacias y en plena pandemia elevó todos los precios de los medicamentos, de ocho a 10 veces; es un monopolio.

OAT: Es bien importante como escritor, como agente imaginativo. Ahora que estaba releyendo La procesión infinita, me reencuentro con personajes bolañescos y vargasllosianos que los potencializas con tu imaginación.

 ¿Cómo podemos desde la imaginación, no solamente en este momento de crisis sanitaria, sino de despojo neoliberalista a nuestros territorios, tener un campo de resistencia?

DTP: Esto se vuelve más difícil, yo llego a México con libros que están muy caros a través de una editorial española, no tengo otra forma salvo que sea enviando mis PDF; pero digamos que yo tengo toda una filosofía alrededor de todo esto que tiene que ver con el capitalismo literario; es decir gentes de cambio también tienen que pasar por procesos en los cuales dependen de otras instituciones para poder decir muchas cosas. Yo soy un escritor no un político, quizás una persona pública, quizá siendo generosos —un intelectual—, alguien que intenta decir cosas, defender las cosas que piensa y quien cree en sus principios…

Por Octavio Avendaño Trujillo

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