CÚPULA

Conversación

La charla, en un avión, entre dos amigos sobre lo que harían si pudieran visitar México

CULTURA

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CÚPULA. ILUSTRACIÓN: GUSTAVO A. ORTIZ

Los amigos platicaban en la penumbra, el frío los acompañaba, uno de ellos estaba tapado con una manta azul de la punta de la nariz a la punta de los pies, el otro le arrebató la cobija y cambió abruptamente el tema de conversación:

–¿Qué harías si pudieras estar en otra parte? Aunque solamente fuera un día.

–Iría a México.

–¿A México?

–Sí, a México. Ningún lugar en el mundo es como México.

–Sí, pero ¿qué harías?

–Desayunaría huevos rancheros.

–¿Y ya? ¿Eso harías? ¿Desayunar?

–Comería chiles rellenos y, de postre, unos churros con cajeta.

–Solamente piensas en comida.

–Iría a Garibaldi a cantar o a Xochimilco.

–Solamente piensas en fiesta.

–Iría a Bellas Artes y después al Castillo de Chapultepec.

–Ahora muy culto, ¿no?

–Iría a las pirámides de Chichén Itzá y me llenaría de energía.

–¡Cálmate, hippie!

–Me tiraría en una hamaca en Puerto Escondido y leería de nuevo Pedro Páramo.

–Muy productivo tu día echando la flojera.

–Me subiría a un globo aerostático en Teotihuacán.

–¿Para qué? Si ya vives en las nubes.

–Me iría a Acapulco, rentaría una lancha y de ahí a la Quebrada para ver a los clavadistas volar.

–Tú siempre tan cliché.

–Bucearía en Cozumel y nadaría con el tiburón ballena en Holbox.

–Lo típico de los turistas.

–Iría a una callejoneada en San Miguel de Allende y al Callejón del Beso en Guanajuato.

–¡Qué cursi me saliste!

–Me subiría al Chepe para recorrer las Barrancas del Cobre.

–¡Habló el aventurero!

–Iría a la Huasteca Potosina, me subiría a todas las tirolesas con vista a las cascadas, conocería Xilitla y me levantaría muy temprano para ver salir a las golondrinas de su sótano.

–Tienes un día, no cinco.

–Iría al Valle de Guadalupe y recorrería todos sus viñedos.

–¿Ahora eres enólogo?

–Iría a las Coloradas en Yucatán, a las Islas Marietas en Nayarit, a las haciendas de Campeche, a las Dunas de Yeso de Cuatro Ciénegas, a Hierve el Agua en Oaxaca, a San Cristóbal de las Casas.

–No tienes llenadera, ¿verdad?

–¿Qué quieres escuchar?

–Tampoco te enojes, es una suposición.

–La verdad me encantaría volver a Tulum y a Balandra.

–Sigue soñando.

–Por eso, ya te lo dije, iría a México. ¿Cómo quieres que te
 lo explique?

¿Tú qué harías?

–También iría a México.

Las luces del avión se prendieron, los amigos siguieron platicando como si no hubiera nadie alrededor. El pasajero que iba junto a ellos sonrió al escucharlos, después les entregó amablemente unos sombreros de charro que habían guardado en el compartimento superior del avión.

   Se escuchó de fondo la voz del capitán: “Bienvenidos al Aeropuerto Internacional Amsterdam-Schiphol. Nuestra aerolínea les agradece su preferencia y espera que hayan tenido un vuelo agradable desde la Ciudad de México”.

*Esta conversación ocurrió entre dos extranjeros, en otro idioma, por lo que es una traducción e intenté ajustarla lo más posible a la realidad.

Por Mariola Fernández

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