CÚPULA

La niña de la Condesa

El retrato es un género que han manejado artistas, desde la antigüedad hasta nuestros días

CULTURA

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Hipódromo Condesa. Foto: EspecialCréditos: Especial

Nunca sé dónde voy a tropezar con un hallazgo; siempre trato de husmear, miro encima de lo visible, observo dentro de los roperos, abro puertas y baúles, aparto belices, descubro objetos, fragmentos, piezas y cajitas extrañas, cuadernos de notas, libros garabateados, todo habla, todo me dice algo.

        Hace unos meses hallé un hermoso retrato al óleo en una pequeña casa de los años 20. Ésta se asienta en una colonia que fue la Hacienda de Santa María del Arenal, misma que en el siglo XVIII compró la Condesa de Miravalle. En ella hubo una plaza de toros, un hipódromo y, finalmente, hoy está a un paso del boulevard que lleva por nombre la capital de los Países Bajos. Quienes hoy habitan ese espacio son herederos de los primeros dueños, es un legado familiar.

        El retrato es un género que han manejado miles de artistas, desde la antigüedad hasta nuestros días. Y aunque muchos de ellos se hacían por encargo, eso no demerita su calidad. Este género expresa tantos detalles como gestos hacemos; aunado a eso, las obras son evidencias de una época, estilo y momento de vida, arrojan señales que hay que descubrir, narran.

        De formato pequeño, este óleo no alcanza los 20 centímetros de altura en forma ovalada. De pinceladas suaves, sin empastes, el pigmento diluido está muy bien aplicado, el tenue color verde seco del fondo resalta la silueta de la niña que, en un gesto natural sin pretensiones, sus ojos expresan una mirada dulce y distraída con un nimio toque de blanco; el botón de su nariz, su boca, el mentón, la redondez de su cara y la línea del cuello dan señales de que se trata de una pequeña de tres a cuatro años. La prenda que viste, los diminutos aretes, y el corte de cabello corresponden a una infante de clase alta. Imagino que fue hija única, y seguramente quién la realizó no lo hizo al natural, estoy seguro de que trazó varios dibujos preparatorios y después lo ejecutó en su taller. El único lugar dónde se aprecian pinceladas robustas es en el vestido y en los rayos de luz en su cabellera. El resto de los colores, sombras y volumen están aplicados y expandidos apropiadamente. Es una buena pintura académica. 

        El marco es de madera tallada y está ensamblado perfectamente a las dimensiones del bastidor; el escaso lino visible en la parte de atrás, pues el soporte tiene trabes grandes, evidencia cuando menos 100 años. Ahora bien, ya que el marco es original y de diseño art nouveau, la obra fue realizada a finales del siglo XIX, principios del XX.

        En el extremo izquierdo medio, a la altura del hombro sobre el fondo verde cerca del vestido aparecen dos siglas o abreviaturas a modo de acrónimo entrecruzadas, son una letra “S” y una “A” empalmadas, solo eso deja ver quién realizó esta bella obra.

        El hallazgo de “La niña de la Condesa” me ofrece una nueva tarea para indagar su autoría, pero, si no llegara a conocer el artista que la pintó, esta por sí misma me parece una excelente obra de arte. Los muros que separan las edificaciones y casas de la colonia Hipódromo Condesa esconden miles de objetos, obras de arte y muebles, son la punta de madejas que esperan quién las teja, las cuente, las escriba. 

Por Francisco Moreno

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