CINE DE ORO MEXICANO

Las mujeres en el cine mexicano

Los personajes femeninos de la cinematografía nacional, en la época de oro, ahondaron en la psique y el imaginario social

CULTURA

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MATILDE LANDETA. Foto: cortesía Secretaría de CulturaCréditos: Foto: Cortesía

El rol de la mujer en el cine mexicano es tan diverso y extenso que prácticamente es imposible resumirlo. Aquí se hace el esbozo de un aspecto que fue fundamental para sus cimientos y dio pie a cierto tipo de personajes. 

De la venerable Época de Oro, resuenan actrices como Dolores del Río, María Félix y Marga López; pero también, Lilia Prado, Amalia Aguilar y Ninón Sevilla, las famosas rumberas, que dieron lugar a un icónico género dentro de nuestra cinematografía. Es fundamental comprender al personaje de la prostituta, con la que nuestro cine tiene una simbiosis única; la primera película sonora mexicana es Santa (Moreno, 1931), basada en la novela homónima de Federico Gamboa: una joven orillada a la prostitución por el repudio de su novio y su familia. Sin embargo, Santa es una prostituta “rechazante” (García Riera, 1986), víctima; no goza con su oficio, no tuvo opción.

LA MUJER DEL PUERTO. (1934). Dirección: Arcady Boytler. Foto: cortesía Secretaría de Cultura.

Inolvidable

Más escabrosa es La mujer del puerto (Boytler, 1934). Después de un desengaño amoroso, Rosario (Andrea Palma) se prostituye en el puerto de Veracruz. La imagen de la actriz es inolvidable: lánguida, recargada en el quicio de la puerta, enfundada en un traje negro y fumando, al más puro estilo de Marlene Dietrich… una vampiresa. Rosario se suicida después de enterarse que cometió incesto con su hermano.

En el cine mexicano hay, además de prostitutas, mujeres fatales; devoradoras de hombres, como Rosita Alvírez : María Luisa Zea, en Yo maté a Rosita Alvírez (De Anda, 1947), quien coquetea abiertamente con todos, o Doña Bárbara (De Fuentes, 1943), personaje que hizo famosa a María Félix. Son crueles, ruines, materialistas y liberadas sexualmente.

Aventurera (Gout, 1946), joya del cine arrabalero, va a tener precisamente a una protagonista que encarna ambas facetas: Ninón Sevilla, genial como la prostituta convertida en mujer fatal. Su venganza es instintiva, feral. Sevilla no era una actriz sutil, pero su presencia es poderosa e inolvidable. No fue la única mujer fatal a la que interpretó; hay que mencionar Sensualidad (Gout, 1951) donde encarna a otra mujer que, al igual que su tipo análogo en el film noir, seduce al protagonista masculino, llevándolo a perder sus valores y exponiéndolo al escarnio público y familiar.

SANTA. (1931), dirección: Antonio Moreno. Foto: cortesía Secretaría de Cultura.

Pionera femenina

Al hablar de esta época, es imposible no pensar en Matilde Landeta, pionera femenina en la dirección cinematográfica. Dirigió cuatro largometrajes: Lola Casanova (1948), La negra Angustias (1950), Trotacalles (1951) y Nocturno a Rosario (1991). Trotacalles es la que toca el tema favorito del cine arrabalero: mujer y pecado. Elena (Miroslava Stern) es hermosa y pudiente, pero adúltera; María (Elda Peralta), de clase baja, es explotada por el mismo rufián que seduce a Elena. El giro funesto: son hermanas de sangre. Trotacalles, las dos. “Yo, por hambre y tú por vicio, ¿qué será de ti?”, increpa María a su hermana.

Con esta lapidaria frase, percibimos cómo estos personajes ahondaron en la psique y en el imaginario social de la época. Un cine moralizante, reflejo de la eterna dicotomía femenina: santa y pecadora.

Por Adriana Delgado Ruiz