MÚSICA

Comezón neuronal

La BBC de Londres realizó una encuesta para enlistar los títulos de canciones que más provocan intrusión musical inconsciente

CULTURA

·
HENDRICK VAN BALEN. "Minerva entre las Musas", 1620. Museum of King John III's Palace at Wilanów.

El bueno, el malo y el feo, de Sergio Leone (1966), musicalizado por Ennio Morricone, quien falleció recientemente, es uno de los filmes más populares de todos los tiempos; pero para quienes nos consideramos melómanos y cinéfilos, con memoria musical televisiva y cierta edad, tiene un significado singular. Escuchar el famoso silbidito que caracteriza a la canción del film nos remite a la elegante imagen y a la voz de León Michel anunciando muebles de la compañía Hermanos Vázquez.

Al recordar esta película y su soundtrack –tal vez a ustedes también les pasa– me descubrí silbando la famosa rúbrica; entre más trataba voluntariamente de olvidarlo, era inevitable tenerlo en el escenario de mis recuerdos.

Obladí Obladá

¿Por qué sucede esto? La ciencia explica que cierto tipo de música se aloja en nuestra corteza cerebral, provocando una “comezón” en las neuronas, llevándonos a una experiencia o conexión emocional a través del ritmo. Se le denomina de muchas formas: síndrome de la canción pegada, música pegadiza, recurrencia sonora cognitiva, earworm o gusano musical. La BBC de Londres realizó una encuesta para enlistar los títulos de canciones que más provocan esta intrusión sonora inconsciente e identificaron los factores que la determinan: la sobreexposición de un tema en la radio, los canales de videos y la televisión. Los resultados demostraron lo extendido y curioso del asunto, no faltó quien se diera cuenta de tener “Obladí Obladá”, de The Beatles, hasta el tuétano; o el síndrome del bañista y cantar rutinariamente “We are the Champions” de Queen, en la regadera.

Otro aspecto relacionado con la “comezón musical” es el uso de frases musicales de una canción del pasado que, al ser versionadas, se convierten nuevamente en éxitos; ejemplo: el tema “Good times”, de Chic, utilizado por el grupo Sugar Hill Gang en el hit “Rappers delight”, pionero del género rap, varias décadas después llevó a Las Ketchup a colarse en las listas de popularidad con “Aserejé”, a partir de una frase mal traducida al español.

Música codificada

Demandas famosas a raíz de esta réplica consciente o inconsciente de un éxito son, por ejemplo, “My sweet lord” de George Harrison, que se parece muy sospechosamente a la canción “He´s so fine” del grupo The Chiffons; otro caso reciente es “Bitter Sweet Symphony” de The Verve, señalada como robo por su marcado parecido con “This May Be the Last Time” de sus satánicas majestades The Rolling Stones; por cierto, sospechosa versión de una canción del grupo de gospel The Staple Singers; hay infinidad de casos debidos a la “comezón neuronal”.

Los expertos en neurociencia explican que la música con frecuencia es codificada de una manera personal y emocional en la memoria, por ello, es que todos contamos con una playlist en constante actualización, un soundtrack de nuestra propia vida.

Regalo de los dioses

La música de los grandes creadores nos transporta mágicamente a paisajes sonoros asociados a la imagen; desde la antigüedad se tenía a la música como un regalo de los dioses que puede viajar en el éter como un elemento mágico, intangible y pleno de espiritualidad.

En tiempos pandémicos, la música se ha mostrado como excelente herramienta para soportar aislamiento, depresión, ansiedad y muchos desórdenes emocionales; sin ánimo de provocarles un ataque de “comezón neuronal”, les recomendaré que si se sienten mal o si se sienten bien ¡escuchen música! Y como le dijeran Timón y Pumba al Rey León, repitan conmigo Hakuna Matata.

Por Luis de Llano Macedo