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Añoranza por el muralismo

el artista octogenario habla de la ausencia de una nueva generación de pintores que se encargue de vestir con obra las edificaciones públicas

CULTURA

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A poco de cumplirse un siglo del surgimiento del muralismo en México, Guillermo Ceniceros (Durango, 1939) lamenta la falta de pintores jóvenes que continúen con el legado de los grandes: Rivera, Siqueiros, Orozco y Tamayo. Añora la enseñanza del dibujo en las escuelas de arte , pues asegura que hay muchos edificios “desnudos” en espera de la intervención de una nueva generación de muralistas.

Él, a sus 80 años y 50 dedicados al arte, guarda ímpetu para producir obra monumental. Tiene un proyecto en espera para el Museo de Historia de Durango, donde diseñó un fresco con personajes originarios del estado. También trabaja en una serie de retratos al óleo de pintores clásicos, y en la maqueta de diferentes libros sobre su obra.

“Que no haya una generación que siga a los muralistas es por las escuelas, en mi tiempo, el dibujo era la base de todo, y ahora hay una moda del performance y los jóvenes optan por no dibujar, pero hay muchos edificios con las paredes vacías, desnudas esperando”, advierte en entrevista, quien trabajó con Siqueiros en murales como La marcha de la humanidad, en el Polyforum Cultural Siqueiros.

[caption id="attachment_737675" align="aligncenter" width="600"] VALOR. Su trabajo al óleo le valió el Premio de Pintura, en 1969. Foto: Nayeli Cruz.[/caption]

Para Ceniceros retomar el muralismo sería un buen ejercicio artístico: llevaría el arte a los espacios públicos. Pero ante la muerte de artistas como Rina Lazo, Francisco Toledo y Gilberto Aceves Navarro quedan pocos maestros. “No hay un gremio, los pintores, aunque no sean muralistas, no se agrupan, antes formábamos grandes gremios, pero ahora somos individualistas”, lamenta.

Su trabajo con óleo y grabado le mereció, en 1969, el Premio de Pintura otorgado por la SEP y es el único mexicano en acudir al concurso de Arte Mundial, en 1991. Ceniceros precisa que perteneció a una tercera generación de muralistas. Reconoce influencia de Siqueiros mucho antes de trabajar con él. A Monterrey llegaba la revista Siempre! y ahí leía entrevistas sobre los muralistas; entonces supo que éste sería su camino.

De Siqueiros aprendió la fórmula: geometría más composición más color. Al Coronelazo lo conoció en Cuernavaca; un día le mostró un paisaje al óleo, y su amigo Luis Moret le dijo: “Quiere trabajar contigo”. Así se integró al equipo del muralista.

[caption id="attachment_737674" align="aligncenter" width="600"] ROSTROS. La forma
ha sido explorada por el
artista en toda su obra. Foto: Nayeli Cruz[/caption]

El primer fresco de Ceniceros data de 1962, lo hizo en la librería de Monterrey; en 1986, en la Ciudad de México hizo Del Códice al mural, en la estación Tacubaya del Metro. Dos años después pintó El Perfil del Tiempo, en mil metros de la estación Copilco. Le siguió uno en el antiguo hospital de Cardiología y varios en Estados Unidos y Canadá. En el patio de su casa cuelga una estructura metálica donde trabaja bocetos para próximas obras.

Por Sonia Ávila



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