No es sólo cuando habla en el púlpito mañanero. En privado o sin testigos, con cámara o micrófono hila frases una tras otra con la velocidad de las aguas del Grijalva. No.
La lentitud presidencial guarda relación con sus responsabilidades de gobierno, excepto cuando se trata de sus obras emblemáticas, cuya ejecución apura sin parar en detalles de calidad o presupuesto, como el AIFA, Dos Bocas o el selvático Tren Maya. Ahí sí, las habas se le queman.
Pero cuando se trata de otros asuntos de interés nada más público, como por ejemplo la gravísima contaminación del Río Sonora, calificada por él mismo como el más grave desastre ecológico ocasionado por la minería (privada) mexicana, entonces le vienen las calmas, la pachorra tropical, pues y al cuarto para las doce se le despierta el gallo de la pendencia, primo hermano del guajolote de la justicia y le deja el trabajo a otra persona. En este caso a CSP.
Quien haya escuchado ayer su indignada catilinaria contra los responsables de la suciedad tóxica de aquel derrame de hace diez años, cuando fueron vertidos 40 mil metros cúbicos de lixiviados de sulfato de cobre en los ríos Bacanuchi y Sonora. Eso fue en 2014.
Este gobierno tan preocupado hoy, tan indignado, tan justiciero, tuvo un sexenio enterito para actuar en contra de quienes hicieron tal agravio al medio ambiente y no hizo nada verdaderamente importante.
Por eso toda esta perorata da grima. Sobre todo cuando la acción de justicia consiste en dejar abierto el expediente. Mejor habría sido cerrarlo una vez corregido el desastre y castigado a los responsables de Grupo México. Pero contra el capital, puros gruñidos sin trascendencia.
“…Se está trabajando permanentemente, pero vamos a avanzar más en estos días que nos faltan.
“Y es muy importante que quede el expediente abierto, no hay carpetazo para darle continuidad y se llegue a la remediación y también a la reparación de los daños.
“Por eso las denuncias que se han presentado, hay una denuncia penal en proceso que se está tramitando, tanto en Sonora como en la fiscalía general. Entonces, vamos a estar pendientes de esto”.
Vamos a estar pendientes de esto, dice el Gran Timonel. Le faltó decir de aquí a octubre, cuando alguien más tenga en sus manos la papa caliente.
Obviamente, es el signo de los tiempos. La lentitud en la respuesta, cuando no la falta de ella, como sucede de pena ajena en los días recientes: los gringos no me toman en cuenta en el operativo Zambada y la ceguera mexicana.
“Bueno, vamos a esperar más tiempo. Pero, en efecto, no han entregado información suficiente… no hay cooperación de parte del gobierno de Estados Unidos, en este caso…”.
Y cuando el embajador Ken Salazar responde, le deberían decir en honor a su sombrero, mejor cuéntame una de vaqueros…
POR RAFAEL CARDONA
COLABORADOR
@CARDONARAFAEL
MAAZ