“La guerra es una derrota para la humanidad”. Juan Pablo II
Un extraño virus descubierto en la ciudad de Wuhan, situada al centro de China, desencadenó la primer emergencia sanitaria a nivel mundial dejando consigo -y sus variantes- 437 millones de contagios y casi 6 millones de personas fallecidas por esta causa, poniendo en claro la interconexión del planeta. Hoy resulta más que evidente que sin importar el tópico (ya sea sanitario, medioambiental, económico), lo que suceda en cualquier parte del mundo nos afecta a todas y todos, esto se acentúa cuando se trata de un conflicto armado.
En los días recientes hemos sido testigos del escalofriante sonido de los tambores de guerra al este de Europa, en la frontera de Ucrania y Rusia, que ha puesto a temblar a la humanidad. La población mundial conoce los estragos de la Segunda Guerra Mundial y posteriormente, de la suscitada Guerra Fría, reconfigurando el sistema internacional por completo. Aunque quizá la comparación resulte exagerada a tan solo seis días del inicio de la “operación militar especial” (como denominó Vladimir Putin a la invasión de territorios ucranianos), para salvaguardar la vida de los connacionales rusos, víctimas de xenofobia y para evitar la “nazificación” como el presidente ruso justificó la ocupación de la nación vecina, no se deben de minimizar las implicaciones que este conflicto armado tienen en el orbe.
Desde el primer día del conflicto en Ucrania los mercados financieros se vieron afectados a nivel planetario debido a las sanciones para Rusia y congelando bancos, compañías y capitales rusos con influencia principalmente en Estados Unidos, Gran Bretaña y la Unión Europea; de manera imbricada el sector energético pudo observar el aumento exponencial en combustibles fósiles como el petróleo (arriba de los 100 dólares por barril) y el gas (incrementó su precio en 60 %), en el cual Rusia es el segundo y el primer mayor exportador global, respectivamente. Aunado a lo anterior, los insumos alimentarios, como el trigo, maíz, aceite de girasol, soya y agrofertilizantes, producidos en esta región también elevaron sus precios puesto que en Rusia y Ucrania son países exportadores de estos alimentos de manera mundial, incluso al grado de ser llamados “el granero de Europa”.
Otra de las repercusiones que se sintieron de forma inmediata fueron las que respecta a las comunicaciones comerciales, -mismas que de por sí aún estaban afectadas por los efectos de la pandemia- pues las restricciones del espacio aéreo europeo comienzan a intensificarse para los vuelos provenientes de suelo ruso, así como las navegaciones marítimas comerciales rusas se encuentran en pausa para priorizar el uso naval con fines beligerantes, lo que causa una ruptura en la cadena de distribución global.
Así, a estas implicaciones mundiales causadas por este conflicto militar, se le debe sumar la crisis humanitaria vivida en la región, ya que el desplazamiento forzado de las y los ciudadanos ucranianos también tendrá implicaciones importantes en el occidente europeo, comenzando en Moldavia, Rumanía, Finlandia, Alemania, entre otros, lo que pondrá bajo la lupa las políticas migratorias de cada una de las naciones involucradas, tomando en cuenta que ha sido uno de los temas más sensibles para Europa en los últimos tiempos. Estas repercusiones seguirán hasta que se llegue a una negociación sensata (no como la primera de estas) por parte de los involucrados directos, ya que si continuamos en latencia de guerra, todo el mundo tendrá graves consecuencias.
POR ADRIANA SARUR
ADRIANASARUR@HOTMAIL.COM
@ASARUR
CAR