COLUMNA INVITADA

¡Todos contra los europeos!

Antes que votantes somos seres humanos, y en todos nosotros conviven sentimientos buenos y malos

OPINIÓN

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Héctor Serrano / Colaborador / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Para ser un buen dirigente, es indispensable saber leer los sentimientos y deseos de la gente, los cuales deben de convertirse en la fuerza motora de una campaña y, más adelante, en el eje de un proyecto de gobierno. Pero se debe de tener cuidado, porque este conocimiento también puede ser utilizado para tratar de manipular a la población.

Antes que votantes somos seres humanos, y en todos nosotros conviven sentimientos buenos y malos. Siempre es deseable que los políticos traten de ganar el apoyo popular sacando lo mejor de nosotros, la esperanza y el entusiasmo; pero, también hay quienes apelan a nuestras peores emociones, la ira y la frustración.

Siguen siendo millones de mexicanos los que experimentan un profundo resentimiento en contra de los extranjeros, particularmente, de los europeos; no les perdonan que nos hayan conquistando, no superan las guerras que se libraron contra ellos, la última, hace más de 150 años y no toleran que sus empresas se sigan enriqueciendo.

Encuentran en ellos una justificación perfecta para los males que padecemos como sociedad. Es más fácil echarle la culpa al pasado, que hacer asumir la parte de responsabilidad que a cada uno nos toca, si todos fuéramos responsables de nuestra propias acciones, sería más fácil encontrar la solución a los problemas nacionales.

Solo así se puede entender que para algunos políticos mexicanos, siga siendo tan redituable apelar a ese sentimiento anti europeo para mantener su popularidad. Convierten la ira y la frustración en un falso nacionalismo sin pies ni cabeza, pero cargado de emotividad; donde la premisa fundamental es que solo se puede amar a México, si se odia al extranjero poderoso.

Nada está más alejado de la verdad, podemos sentirnos orgullos de ser mexicanos, pero sin albergar sentimientos contra los europeos, ni contra cualquier otra nacionalidad, y ello no significa que tengamos una posición de inferioridad, podemos defender nuestros interés desde la óptica del respeto y no del resentimiento.

Como país hemos tenido y seguiremos teniendo diferencias con diversas naciones, es parte de la pluralidad y de los procesos de globalización que hoy vivimos; pero, recurrir al insulto y la descalificación de quien no piensa cómo nosotros es un grave error, debemos de ser respetuosos de los posicionamientos y de las ideas de los demás.

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Los europeos, como ocurre en cualquier otra región del mundo, persiguen sus propios intereses, pero también son nuestros socios comerciales, son nuestros aliados estratégicos en distintos sectores y representan una fuente importante de ingresos para el sector turístico de nuestro país.

La respuesta del gobierno mexicano a la carta del parlamento europeo que condena la violencia que se vive en contra de los periodistas, quedará en nuestra historia nacional como uno de los peores momentos de la diplomacia mexicana, no se cumple con ningún fin específico en materia internacional, solo se polariza.

Con esta respuesta se agravia y se confronta, a los representantes de 27 países europeos que tuvieron el “mal tino” de señalar una lamentable realidad que se vive en México. Su preocupación puede ser o no legítima, pero eso no desvirtúa los hechos; en nuestro país se matan impunemente a los periodistas.

Si la finalidad de la misiva es cohesionar internamente a los simpatizantes del gobierno contra este nuevo enemigo imaginario, la apuesta es muy peligrosa. Las palabras son como flechas, una vez lanzadas nada puede detenerlas hasta dar con su objetivo, en este caso, 27 países con los cuales tenemos relaciones comerciales muy importantes.

Como en la segunda intervención francesa de 1862, los mexicanos somos llamados a la batalla al grito de ¡todos contra los europeos!.

Solo que hay algunas diferencias: el presidente Juárez ya no vive, han pasado 160 años, no estamos en guerra, y los europeos son nuestros amigos. Casi nada.

POR HÉCTOR SERRANO AZAMAR
COLABORADOR
@HSERRANOAZAMAR

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