COLUMNA INVITADA

El patriotismo es el último refugio de los bandidos

Es una mentira útil, sirve a la perversión humana, niega la división interna de una sociedad

OPINIÓN

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Diego Latorre / Columna invitada / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Frase de Samuel Johnson que, en su forma original, se refiere a “canallas”, parece vigente en el contexto del conflicto ruso-ucraniano. James Boswell, autor de The Life of Samuel Johnson, aclaró que el autor no quiso referirse al verdadero amor por un país, sino a ese falso patriotismo que tantos, en toda época y en todo lugar, han exhibido para ocultar sus intereses. El punto aquí (no es justificar, la guerra es demencial) va más sobre la reacción de unos y otros, escudada bajo un patriotismo absurdo. Unos exigen que, en nombre de la tolerancia, toleremos a los intolerantes… pero no sólo estamos tolerándolos, estamos dejando que estos abanderados del odio se impongan.

Los nacionalismos están en apogeo, y la víctima es la libertad que claudica ante la patria. Los nacionalismos son como las religiones porque son un sistema de creencias del que se benefician ciertas élites. Así, las naciones son dioses útiles. Y como el cielo y el infierno, es difícil crear un nacionalismo sin enemigo, en consecuencia, no es posible construir y sostener las libertades.

¿Qué es la patria? No es la comunidad de intereses, no es la comunidad de idioma, ni la de raza, ni la de tradiciones. La patria es un perjuicio y pedir su engrandecimiento es pedir la decadencia de otros, es limitar la esfera de la solidaridad.

¡Todos contra los europeos!

¿Deberíamos pensar que es un orgullo pertenecer a una nación, servirla, sacrificarse por ella? “Todo imbécil execrable, que no tiene en el mundo nada de que pueda enorgullecerse, se refugia vanagloriándose de la nación a la que pertenece”, citaba Arthur Schopenhauer.

El patriotismo es una sensación tan arraigada en la mayoría que son muy pocos los que se animan a cuestionar su origen. Es una herramienta de control social que tiende a separar a las personas, haciéndoles creer que son diferentes, únicas o, en el peor de los casos, superiores. Sin el patriotismo no habría forma de que grupos de poder lograran convencer a los ciudadanos para que se ofrecieran a matar a otros y exponerse a sí mismos a la muerte, sólo para defender una idea abstracta que no significa nada. El patriotismo es germen en todas las guerras, y las guerras son germen para los negocios ¿El patriotismo está dentro del comercio? Claro que sí. Jean Paul Sartre dijo que “cuando los ricos se declaran la guerra, son los pobres los que mueren”. Y son los pobres patriotas los que derraman la sangre, mientras los privilegiados observan.

El patriotismo es una mentira útil, sirve a la perversión humana, niega la división interna de una sociedad y afirma la externa: la interna de clases y de intereses no desaparece, pero se vuelve invisible. El patriotismo es una condición de irreflexibilidad. Para ser patriota debemos aceptar cierto grado de acrítica, a veces mínimo, otras obsceno, pero ese grado, por mínimo que sea, es todo lo que tiene un individuo de patriota.

POR DIEGO LATORRE LÓPEZ

SOCIO DIRECTOR DE LATORRE & ROJO, S.C.

@DIEGOLGPN

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