LA ENCERRONA

Tocar fondo

Nuestro país ha vuelto a ser noticia a nivel mundial y otra vez a causa de sucesos que tienen que ver con la inseguridad y la violencia. En esta ocasión la violencia nos rebasó en el estadio de futbol La Corregidora, en Querétaro

OPINIÓN

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Adriana Sarur / La Encerrona / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

“El fanático es el hincha en el manicomio. La manía de negar la evidencia ha terminado por echar a pique a la razón y a cuanta cosa se le parezca, y a la deriva navegan los restos del naufragio en estas aguas hirvientes, siempre alborotadas por la furia sin tregua”. Eduardo Galeano.

Nuestro país ha vuelto a ser noticia a nivel mundial y otra vez a causa de sucesos que tienen que ver con la inseguridad y la violencia. En esta ocasión la violencia nos rebasó en el estadio de futbol La Corregidora, en Querétaro. Los acontecimientos del anterior fin de semana -en lo que debería ser un espectáculo deportivo- entre Gallos Blancos vs Atlas han dejado imágenes difíciles de ver y asimilar por el alto contenido de brutalidad, violencia y decadencia humana. 

Si bien, la violencia en los estadios de futbol no es algo nuevo, baste recordar la tragedia de Hillsborough, en la ciudad de Sheffield, Inglaterra, dejando 97 personas fallecidas y centenares de heridos en 1989; lo sucedido en Egipto la década anterior, contabilizando diez muertes; o lo que ocurre de manera casi habitual en Turquía, Brasil o Argentina, es algo que se ha ido erradicando, totalmente en el caso inglés y parcialmente en otras naciones, debido a la consciencia de la sociedad y de las autoridades. Empero en nuestro país, la violencia en los estadios se ha tomado como “casos aislados” y, por ende, se desdeña tomar medidas tajantes al respecto.

Sin embargo, en un país donde asesinan a 10 mujeres por día, donde ejercer la profesión periodística es una actividad de alto riesgo, un país en el cual las personas desaparecidas son el tormento de miles de familias, un país donde la violencia y la muerte es cada día más normalizada por la sociedad, la tarde vivida en Querétaro no es más que un triste recordatorio de la ruptura del tejido social, de la falta de empatía, de la ineficiencia de las autoridades correspondientes y una larga lista de etcéteras que ocurren a diario en México. Hoy el futbol y sus estadios no pudieron escapar al cotidiano espejo mexicano.

Como parte de este reflejo, pudimos leer y escuchar a los gobernadores de Querétaro y Jalisco, autoridades de la Federación Mexicana de Futbol y directivas de los clubes involucrados, que “habrá sanciones ejemplares y se abrirán carpetas de investigación”. Declaraciones que se han vuelto cada vez más comunes y que la percepción generalizada de la sociedad es que, una vez más, la impunidad se hará presente, que dichas sanciones no llegarán y que solo se apuesta a la desmemoria del pueblo. Tal cual se anunciaron las consecuencias por parte de la Femexfut, tibias e indulgentes, es decir, que el balón siga rodando y aquí no ha pasado nada.  

Ante esto, iniciativas por parte de algunos clubes deportivos como la eliminación de los grupos de animación, que esconden sus fines violentos en el anonimato, llamados “barras bravas”, personalizar boletos para cada uno de los asistentes, mayor vigilancia dentro de los estadios y prohibir la venta de alcohol en los inmuebles deportivos son buenas medidas para la recuperación del sano esparcimiento en el país. Así, desde la ciudadanía tomar conciencia de restablecer el tejido social con una visión de contención de las violencias, re-educarnos en las humanidades con base en el respeto mutuo, exigir el cumplimiento del pacto hobbesiano por parte del Estado para volver a sentirnos seguras y seguros. Si el futbol ha sido el significante de que tocamos fondo como país, que éste sea el trampolín para la construcción de una mejor sociedad mexicana.

POR ADRIANA SARUR
ADRIANASARUR@HOTMAIL.COM
@ASARUR

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