ARTE Y CONTEXTO

Ok, ¿entonces tu próximo libro es…? o ¿Feliz día internacional del libro, México?

Si el tiempo que los violentos se toman para infringir dolor, lo ocuparan leyendo o aprendiendo a escribir historias, las cosas serían mejor

OPINIÓN

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Julén Ladrón de Guevara/ Arte y contexto / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

“Si el tiempo que los violentos se toman para infringir dolor, lo ocuparan leyendo o aprendiendo a escribir historias, las cosas serían mejor. Esto podría parecer ingenuo pero es verdad.”

Mañana se celebra el ‘Día mundial del libro y del derecho de autor’, para que al menos por 24 horas al año, la humanidad reflexione de manera particular sobre la importancia que tiene el fomento de la cultura y la protección de la propiedad intelectual, a través del derecho de autor. Al igual que ‘El día mundial del arte’, esta celebración la instituyó la UNESCO.

Se supone que esto sirve para que, de alguna manera bonita con ciertas actividades entretenidas, la humanidad y en especial los jóvenes, nos sintamos alentados a leer.

En la Conferencia General de la UNESCO de 1995, se decidió “rendir un homenaje universal a los libros y autores... a descubrir el placer de la lectura y a valorar las irreemplazables contribuciones de aquellos quienes han impulsado el progreso social y cultural de la humanidad.”.

De igual manera se creó el Premio UNESCO de Literatura Infantil y Juvenil Pro de la Tolerancia, obviamente para fomentar la tolerancia.

También intervienen a Unión Internacional de Editores, la Federación Internacional de Libreros y la Federación Internacional de Asociaciones e Instituciones Bibliotecarias, y entre todos eligen la capital mundial del libro para enfocarse en una ciudad que cargue con todo el peso del festejo.

Este año la sede recayó en Tilfis, capital de la extraordinariamente hermosa Georgia, que al parecer va a tirar la casa por la ventana con un programa que se llama “Ok, ¿entonces tu próximo libro es…?”. El objetivo principal de los georgianos es popularizar la lectura y aumentar la accesibilidad de los libros para todos, con el poder de la innovación y de las tecnologías de última generación como herramienta para promover la lectura entre los jóvenes.

Para esto se ideó un programa de actividades centrado en los lectores con acceso limitado a los libros, con actividades sostenibles y a gran escala. Así, estos afortunados ciudadanos tendrán un festival del libro infantil, un proyecto digital de última generación para transformar libros en juegos para niños y un proyecto para reconstruir su primera biblioteca, entre otras cosas que se me antojan mucho de verdad.

Esto, visto a distancia y desde mi trinchera mexicana, me parece conmovedor, pero a la vez me da mucha tristeza porque quisiera lo mismo para nosotros. Me siento como niña pobre frente una vitrina llena de pasteles de chocolate intenso y botellas de vino tinto que no me puedo beber.

¿Y cómo llegué a esto si soy mexicana, si pertenezco a una raza fortalecida por la sabiduría de su pueblo, educada bajo el cobijo de las leyendas de un rey poeta? ¿Por qué habría de padecer este desasosiego que me embarga cada vez que me veo al espejo a nombre de mi país, y me descubro con mi patrimonio entre las manos escapando como si fuera sólo arena?

Cuando en medio de esta pandemia veo a tanta gente sometida al yugo del fuego amigo del estado y de su propia familia, lo primero que me viene a la cabeza, es que tal vez esas personas tendrían una mejor calidad de vida si amaran leer. Si el tiempo que los violentos se toman para infringir dolor, lo ocuparan leyendo o aprendiendo a escribir historias, las cosas serían mejor.

Esto podría parecer ingenuo pero es verdad. Tenemos un problema serio de aburrimiento y de soledad, que junto con la angustia, la muerte y el encierro han detonado una energía agresiva y contagiosa, que por lo visto aun no enseña su peor cara.

Pero, entre otras señales del apocalipsis, tenemos también a un Marx Arriaga que atenta en su discurso contra el derecho de autor y que fomenta la agresión a las mujeres, desde su cubículo de la SEP. Por cierto Marx, a las mujeres no se nos violenta porque no leamos o no vayamos la biblioteca, si no porque los violentadores no leen, no van a la biblioteca, no son empáticos, ni les ponen límites.

Tampoco esperamos que la libertad se nos de gratuita, porque ni siquiera debería tener un costo en primer lugar, y hemos pagado con sangre y con funcionarios como tú más de la cuenta.

¿Y qué decir del Fondo de Cultura Económica que hace años no publica el libro que cada 23 de abril conmemoraba esta fecha? Aunque debo admitir que su dirigente ha cumplido a cabalidad con su palabra: nos la metió doblada a todos los mexicanos, que añoramos mejores tiempos, basados en nuestra cultura ancestral y en un pueblo sabio que está hecho bolas.

POR JULÉN LADRÓN DE GUEVARA
CICLORAMA@HERALDODEMEXICO.COM.MX
@JULENLDG

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