AIRE PARA PENSAR Y DEJAR PENSAR

A los más valientes

Este virus nos vino a enseñar, pero a ustedes les toca crecer en un mundo que no soñé para ustedes, pero donde vale la pena vivir

OPINIÓN

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Paola Albarrán / Aire para pensar y dejar pensar / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Foto: Especial

¡Qué chiquitos les tocó ser tan valientes! En un mundo donde no pueden salir a conocer lo que les toca aprender. Un universo que se redujo a cuatro paredes donde viven monstruos invisibles, que si no los detectamos, pueden hacerse invencibles.

Hoy les tocaría partir la piñata y tirarse por los dulces, compartir la paleta con sus hermanos, y probar todos los helados, escalar hasta la punta de los juegos y sentir que conquistaron la cima, soñar en grande y descubrir quiénes son, ser amigos y hacer amigos. Vivir disfrazados y salir empapados de jugar una tarde entera con amigos, ser bailarinas y que el teatro entero se ponga de pie, meter ese gol y sembrar cimientos de creer en ti.

Les tocaría jugar en los parques, andar en bicicleta, marearse en un carrusel, explorar y palpar el aire, el agua, la tierra.... sentirse vivos, sentirse niños. Volver a creer que los astronautas van a la luna y no al hospital.

Aprender el ABC sin que su mamá se entere y ubicar palabras que no habían usado jamás. Les tocó vivir con adultos que no siempre saben qué sentir, qué decir, qué hacer. Que el miedo y la incertidumbre los paralizó, o la aburrición los conquistó. Adultos atrás de pantallas, detrás de máscaras donde también les maquillamos la realidad, aunque ustedes saben cuando algo no está bien. Un mundo sin fiestas ni juegos. Una mamá que se convirtió en maestra, terapeuta, cocinera, amiga y muchas veces bruja.

A mis niños les tocó ser muy valientes muy chiquitos, y los quiero felicitar por su capacidad de nunca dejar de imaginar, por su entereza de convertir su cuarto en el campo de batallas, de hacer shows en cualquier lugar y bailar la música de cualquier comercial.

Los felicito por su increíble e inocente capacidad de adaptación, de saber apreciar lo que sí tenemos. De saber esperar, cuando no están en edad de saberlo hacer. Porque no hay cabida para nada que no quepa en ustedes y aun así defender que sí existen los duendes

Les pido perdón por escuchar nuestras quejas de adultos, que a veces hablamos sin escuchar el corazón. Perdón si me oyeron llorar, hay veces que necesitamos hacerlo y no sé por qué lo escondemos. Perdón por promesas que no cumplí y por decir amenazas que, era obvio, tampoco iba a cumplir. Les prometo decirles la verdad, sé que lo entienden aunque quisiera tapar el sol, o el mundo con un dedo.

Sigan siendo tan grandes sin siquiera proponérselo. Sé que extrañan a sus amigos y también tienen miedo. Por favor sigan pidiendo que les cuente un cuento y crean en él, las mejores historias empiezan cuando empiezas a creer. Y aún sin saber leer, leen mejor lo que tenemos dentro.

Gracias por sus ruidos, cuando todo es silencio, por su capacidad de aprendizaje, por ese beso cuando no lo pedí, por su autenticidad que alimenta la mía, por el hacer de lo ordinario algo extraordinario, por su paz y paciencia. Siendo tan chiquitos son los más grandes de este mundo, que sigue del revés.

POR PAOLA ALBARRÁN
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@PAOLAALBARRAN

 

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