El inicio de la carrera de Jorge Luis Borges (1899-1986) en 1920, época en la que comenzó a tener contacto con autores hispanoamericanos y mexicanos; la relación que tuvo con Juan José Arreola, Juan Rulfo, Carlos Fuentes, José Emilio Pacheco y Octavio Paz; la fuerte amistad con Alfonso Reyes; los textos que publicó en la Revista Sur en la década de 1930 —que lo llevaron ser conocido en México—; el impulso mundial que tuvo su literatura al obtener el Premio Formentor de las Letras en 1961; y la polémica que surgió por el texto Instantes, que le fue mal atribuido, son algunos de los acontecimientos que se narran en el libro de estudio Borges en México. Un permanente diálogo literario, del investigador Rafael Olea Franco.
El libro, publicado por El Colegio de México, conmemora el 125 aniversario del nacimiento del escritor para reflexionar sobre la influencia del autor de El Aleph en la literatura actual.
“Comencé este libro hace diez años, mientras estudiaba el trabajo de otros escritores; las primeras referencias a la creación borgiana las obtuve de Pacheco y de Arreola, por menciones muy específicas en prólogos y entrevistas; así surgió esta idea que me llevó a desbordarme de material que demuestra la pertinencia de esta publicación”, explicó.
El investigador del Centro de Estudios Lingüísticos y Literarios del Colmex contó que el libro desarrolla las relaciones del autor de La memoria de Shakespeare con sus colegas mexicanos, como Alfonso Reyes, de quien presumía haber aprendido que la lengua española puede ser un instrumento de precisión y elegancia; o Fuentes, quien, desde su juventud, dijo Olea, era lector asiduo de Borges y aprendió a identificar el contexto de enunciación de su propia obra.
Borges en México, explicó el investigador, también indaga la relación del argentino con Rulfo, en cuya biblioteca había varios libros del poeta y ensayista, y en cuyo campo de creación pueden encontrarse huellas borgianas en al menos dos cuentos; el caso de Pacheco, quien transforma su fascinación por el autor en una rica experiencia ilustrativa de lo que un creador puede y debe hacer con la tradición; o el vínculo ríspido que tuvo con Paz con quien, aparentemente, siempre tuvo un diálogo inconcluso y polémico.
“Estamos en un momento en el que los escritores ya no se dan cuenta de que hay una influencia de él (Borges) en ellos y la suman como una herencia, por lo que analizar la obra de los autores mencionados y de algunos del siglo XXI, como Cecilia Eudave e Ignacio Padilla, permite ver la continuidad de su legado y darnos cuenta de que todavía no estamos después de Borges”, señaló Olea.
Y agregó: “Él mismo intentó tomar los antecedentes culturales literarios y tratarlos de manera irreverente y hacer con ellos lo que quiso, sin reverenciar al gran escritor, una acción que están llevando a cabo los escritores de la actualidad: tomar referentes en tono lúdico, sobre todo”.
Por Azaneth Cruz
EEZ