CÚPULA

Retrato hablado de… Nieves Paniagua

La fundadora de la Compañía Nacional de Danza Folklórica es ejemplo indiscutible de compromiso, estudio y divulgación de las danzas mexicanas

EDICIÓN IMPRESA

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Créditos: El Heraldo de México

Nieves Paniagua ha tenido muchos sueños a lo largo de su vida. Cuando era niña quería ser maestra de baile, luego quiso expandir su pasión por la danza y mostrarla a los más jóvenes; más tarde deseó una compañía.

Todos los cumplió. Y desde mediados de los años 70, cuando se propuso llevar el folclor a las aulas de las secundarias para que los adolescentes tuvieran un encuentro con la disciplina artística, la tradición y la identidad nacional, se convirtió en una de las artistas de danza folclórica más importantes del país.

Aquellos primeros años los recuerda Miguel Ángel García, quien lleva más de cuatro décadas al lado de la maestra Paniagua, dando vida y forma a la Compañía Nacional de Danza Folklórica (CNDF).

“Éramos unos jovencitos del barrio, no sabíamos nada de la danza, ella, junto con Roberto Vallejo, no sólo nos invitó a conocer México y muchos otros países, también nos mostró la danza folclórica y nos dio un propósito en la vida”, cuenta el maestro de la agrupación, quien, además, es hoy su coordinador general.

La CNDF, añade, ha vivido diversas épocas, primero la de construcción en las escuelas secundarias; más tarde, en 1984, como compañía nacional, y en los años 90, los de más alto esplendor.

“Fue la década de la internacionalización, llegamos a tener tres elencos de 20 parejas, había mucho trabajo y recuerdo que la maestra siempre se mantuvo con gran entusiasmo; es una mujer que ha amado la danza con toda su alma y ha sabido transmitirla a todos los que fueron sus alumnos, a la gran cantidad de bailarines que han pasado por el grupo y a quienes llegamos siendo unos jovencitos y nos quedamos a su lado”, dice la maestra Araceli Carmona. 

A García, asegura, se le infla el pecho al saberse parte de un proyecto que se convirtió en semillero de artistas profesionales: “Hoy hay coreógrafos y bailarines que pasaron por nuestras filas y que siguen nutriendo los escenarios.

Es una de las cosas que más me hacen sentir orgulloso, es decir, hemos ido a muchos países, pisamos montones de teatros, algunos de gran prestigio, pero lo que la maestra logró fue la profesionalización de los bailarines de danza folclórica, que se entendiera que su lenguaje tradicional era tan importante y tan valioso como el de otras expresiones.

Siempre estuvimos conscientes de que, en cada lugar, en cada país, nosotros teníamos que representar a nuestro país debidamente, con respeto, orgullo y mucha dignidad”.

Carmona coincide: “Yo sólo pensé que me iba a quedar dos semanas, tenía 17 años y llevo ya 30 años, ahora ya como maestra. Y lo que tengo muy presente es la pasión y el amor a nuestras tradiciones.

Nieves Paniagua y Roberto Vallejo buscaron que cada una de las obras que presentamos estén lo más apegadas a su estado y región de origen, y ahora nosotros seguimos cumpliendo con esa misión. 

Para Rodrigo González, bailarín, coreógrafo y exalumno de Paniagua, la maestra “es un ejemplo indiscutible de compromiso, estudio y divulgación de las culturas y las danzas mexicanas”, un conocimiento que transmite a sus estudiantes y a las nuevas generaciones. “Inició en la docencia cuando creó la compañía en 1975, casi cuando había dejado de bailar, dedicándose de lleno a sus estudiantes, profundizando en su investigación acerca de las tradiciones y creando un legado vivo que hoy nos acompaña a quienes fuimos formados por ella”, explica el director de la Infinita compañía, una asociación civil sin fines de lucro encargada de producir, promover y difundir el arte y la cultura.

González explica que el mayor sello de la coreógrafa mexicana es honrar, respetar y rescatar las danzas tradicionales, y recuerda su particular interés en hacer anotaciones exhaustivas sobre cada una de las piezas que estudió.

“Sus notas tienen información sobre la cultura, el significado de la pieza dancística, el sentido del vestuario, la fecha en la que hizo el rescate, etcétera; siempre estuvo consciente de que las tradiciones evolucionan y cuentan nuevas cosas que hay que conocer muy bien, antes de llevarlas a un escenario, se trata del trabajo de una intelectual y no sólo una maestra de tradición”, expresa.

Hoy, añade, la deuda más grande que tienen las autoridades con ella y con su compañía “es la de no colocarla al mismo nivel de otras que reciben mayor apoyo” y advierte que el respaldo institucional le permitiría tener instalaciones dignas, pagos decentes para los maestros y bailarines, y asegurar la preservación de su legado”.

Para Francisco Hernández Ramos, director de la Compañía Nacional de Teatro Clásico Fénix Novohispano, Paniagua es sinónimo de pasión, compromiso y conciencia, esta última, una característica que la acompaña antes y después de una creación.

“Ella sabe que lo que lleve al escenario va a impactar al espectador, puede no gustarle y alejarlo porque no a todos les tiene que gustar la danza, o puede llevarlo a otros mundos, a admirar las tradiciones, a conocer más sobre las culturas del país, a descubrirse dentro de la danza folclórica”, dice.

Y agrega: “admiro que no haga del folclor un espectáculo y que como docente plante semillas de conocimiento de una manera sincera y desinteresada, pues continúa formando a generaciones de bailarines con una amplia conciencia sobre la tradición”.

Por último, coincide con González respecto a la deuda que se tiene con su legado: “Que vaya de nuevo a Bellas Artes, denle un espacio digno para sus estudiantes y denle el reconocimiento justo a su compañía”.

Por Alida Piñón y Azaneth Cruz

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