GUERRA EN ISRAEL

Mexicana en Israel pensó que era lluvia, pero eran bombas

Galia estaba con sus dos hijas, cuando comenzó el ataque

EDICIÓN IMPRESA

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Eran las 6:30 de la mañana del día 7 de octubre cuando la mexicana Galia Sopher y sus hijas, de tres y cinco años, amanecieron por tradición en un campamento a unos minutos de la comunidad agrícola, kibutz Mefalsim al sur de Israel. 

Al despertar, comenzó a escuchar algunos aviones de guerra y en su mente, solo deseaba que ese sonido fuera de lluvia, sin embargo, tres segundos después, lo inesperado ocurrió, bombas empezaron a caer en la frontera de Gaza. 

“Salté encima de mis hijas para protegerlas porque no había otra cosa más que hacer, ellas estaban dormidas en el colchón, y aunque yo estaba temblando, ellas estaban bien”, dijo.    

En entrevista con El Heraldo de México, la mexicana, que lleva 15 años viviendo dentro de dicha comunidad, dijo que luego de los bombazos llamó a su esposo… para que fuera a recoger a ella y sus dos pequeñas, pero el intento fue inútil, pues él estaba durmiendo en el refugio que se encuentra dentro de su casa, mismo que no tiene señal para recibir llamadas o mensajes.

“Como no pude comunicarme con él, llegaron otros hombres del kibutz a rescatar a todas las familias que no teníamos automóvil, cuando llegué a mi casa, entré corriendo con mis dos hijas en brazos, no fue difícil hacerlo porque no pesan, en segundos entramos todos juntos al refugio y estuvimos encerrados por muchas horas en ese lugar, sin señal, sin electricidad y sin saber qué estaba pasando afuera”, recalcó. 

Galia aseguró que esas horas dentro del refugio fueron muy complicadas, pues tenían que mantener a las niñas en silencio y tranquilas, además no contaban con ventilación, ni comida, solo un poco de agua, “cuando sentí que las niñas comenzaron a tener hambre, salimos, les preparamos unas quesadillas y volvimos a entrar, pues no teníamos mucha comida”. 

Luego de muchas horas las autoridades les dijeron que se podían ir, esto bajo su propia responsabilidad, sin embargo, ella y su esposo decidieron esperar un poco más dentro del refugio, para asegurarse que su traslado fuera más seguro. 

“Familias y amigos que sí salieron en ese momento nos comunicaron que en el momento que decidiéramos salir del refugio teníamos que obligar a los niños a tener la cabeza hacia abajo porque había muchos cuerpos tirados en la calle, carros quemados y cosas horribles”, comentó en la entrevista. 

Fue hasta las tres de la mañana, luego de que les concedieran el permiso a los habitantes que habían preferido quedarse unas horas más, que Galia, su esposo y sus dos hijas, prepararon sus cosas para dejar el refugio y emprender el camino rumbo al centro del país, en casa de unos amigos. 

“Cuando salimos del Kibutz, de verdad vimos todo lo que nos dijeron, mis hijas estaban en el suelo del auto, no les amarramos por primera vez los cinturones y ellas, sin entender, estaban felices de que habíamos salido del refugio”, sostuvo. 

Hasta el momento, Galia y su familia aseguraron que se encuentran enojados y tristes, aun entendiendo que hay mucha gente que está capturada, herida y muchos otros se encuentran muertos, “no entiendo cómo tengo tanta suerte de que no nos pasó nada”.

Por Fernanda García

EEZ